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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 475 El presente, que es proceso, implica siempre una acción. En una ponencia presentada y debatida en el l.er Congreso Inter-Americano de Filosofía celebrado en la Universidad de Yale (año 1943), trató E. Nicol de Las situaciones vitales. Y allí pronunció estas palabras acerca de la acción: «La existencia humana es el paso al futuro. Este paso es una ac­ ción, en todos los posibles sentidos dinámicos que tiene esta pala­ bra. El futuro es algo siempre inminente. Por esto el presente, don­ de radica la existencia humana, tiene este peculiar carácter de expec­ tativa, de intencionalidad vital en que la acción consiste fundamen­ talmente. Es cierto que hay diversas clases y grados de acción. Hay una acción que requiere movimiento, dinamismo corporal, y que tie­ ne resultados tangibles, exteriores. Pero hay también una acción que llamaríamos interna, cuyos resultados no modifican la circunstancia. La simple expectativa del futuro es ya acción, y esta expectativa es un componente permanente, esencial, de la vida humana» 16J. Ahora bien, si la acción — esa experiencia particular de intencio­ nalidad— es la que temporaliza nuestra existencia y en ella, actual y presente, se articulan el pasado y el futuro (las tres determinaciones fundamentales de la temporalidad), será necesario precisar mejor el sentido de dicha acción. E. Nicol, en este punto, distingue varios niveles en nuestro modo de vivir la temporalidad del presente. Hay un primer nivel en el que simplemente estamos, sin operar. Concretamente pone los ejemplos de descansar, escuchar la radio, limi­ tarnos a ver, etc. tiempo. Cf. J. C. T orchia E strada , Eduardo Nicol y la idea del hombre, en Cursos y conferencias, Buenos Aires 1953, 366-367. Si bien en el texto hemos indicado que el presente no es un «absoluto», esta afirma­ ción necesita ser aclarada. El presente no es un absoluto si por tal entendemos la con­ gelación de un momento, la permanencia de una situación que no tuviera duración alguna. Pero el presente puede ser calificado como «absoluto», «porque en él se contiene la radical y primaria evidencia de nuestro ser, la cual se agudiza con la acción libre. Como tal, no puede ser definido. Es temporal, pero no tiene un contenido permanente, un perfil que pueda ser delimitado fijando lo que queda dentro de él, y distinguiéndolo de lo que queda excluido de su límite. El presente no es nunca lo mismo. Inmovilizar el presente, estampar su plástica realidad, para definirlo, sería hacer una abstracción de la temporalidad, y suponer que todo sigue igual, por más de un momento» (PSV 82). 163. VH 198-199. El subrayado es nuestro. Escribe así en otro lugar: «La decisión, en el presente puro, conecta las dimensiones temporales. También puede decirse que es un resultado de todos los términos de ambas. En el punto del presente, la decisión con­ vierte la existencia en acción, y por ella el hombre efectúa paradójicamente su paso al futuro y su paso al pasado, al mismo tiempo» ( Filosofía de cámara, en VH 90).

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