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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 473 soy el cuerpo. Pero yo no soy sin cuerpo, aún en la acción espiritual más auténtica y depurada» 154. Y, por descontado, que, como en el caso del espíritu, no es una realidad suficiente, puramente corpórea, que tuviera propiedades específicas y que fuera independiente del espíritu. Fenomológicamente, a través de las experiencias humanas, descu­ brimos que espíritu y cuerpo se manifiestan como una unidad en la acción de manera que «no hay ninguna experiencia espiritual que no sea experiencia humana, y toda experiencia humana se da en, por, des­ de, mediante, el cuerpo» 155. El ser unitario que es la persona humana «nos aparece entonces como expresión de un sujeto activo, cuya acción posee caracteres de espacialidad en tanto que es espiritual, lo mismo que presenta carac­ teres de temporalidad en tanto que corpóreo» 156. Con cuya afirmación, E. Nicol pretende romper con la explicación tradicional que reservaba para el espíritu la cualidad temporal y para el cuerpo la cualidad espacial, pues la «condición del espíritu es, no sólo temporal, sino espacial; y del cuerpo no sólo deriva la espacialidad sino también la temporalidad 157. La dificultad de comprensión de estas afirmaciones desaparece si volvemos, una vez más, al análisis de la experencia en el que la espa­ cialidad y la temporalidad son determinaciones del sujeto, datos de su experiencia 158. 154. PSV 69; cf., CRS 85. 155. PSV 67; también CRS 89. 156. PSV 69. Estrictamente hablando, un «espíritu» humano independiente, es decir, incorpóreo, no tendría ni temporalidad ni espacialidad. Porque no poseería noción del ahora y, por tanto, tampoco del antes y del después. «El ahora tiene siempre un dónde, y es función del dónde. El dónde es el lugar donde se encuentra eso que se llama cuerpo. Sin cuerpo no hay dónde ni, por tanto, ahora. O sea que, hablando con rigor, el dónde es el lugar en que se encuentra el hombre entero, y la distinción entre su cuerpo y lo que no sea corpóreo en su ser resulta perturbadora en el análisis metódico de los datos de la experiencia» (PSV 68). Cf. también CRS 99-100. 157. PSV 67; Cf. VH 198. 158. Espacialidad y temporalidad siempre tienen un contenido concreto (aquí-allí, cerca-lejos, antes-después). Son independientes de las cualidades de los objetos conocidos. Pero no «objetos» de un mundo exterior ni, como afirma Kant, formas a priori, puras. Que la espacialidad y la temporalidad sean determinaciones del sujeto puede anali­ zarse en toda clase de experiencias: a) Perceptivas: en las que el sujeto vive siempre un aquí y un ahora concretos, cam­ biantes (vivo durando, situado en un lugar, relacionándome con cosas y personas). b) No perceptivas (afectos, etc.): nos acercamos o separamos a las personas. Lo afec­ tivo no se da sin percepciones, aun cuando la persona o cosa ahora esté ausente. La misma reflexión, que puede parecer desvinculada de un lugar, no puede prescindir (aunque se preste poca atención al lugar en que se realiza la reflexión), del aquí y del ahora implicados en un cuerpo con el que hay que contar (Cf. PSV 64-67).

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