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472 MANUEL GONZALEZ GARCIA d) Es local: «la acción, en efecto, se produce siempre aquí, donde yo estoy, porque yo soy quien la produce, y por lo mismo se produce ahora» 15°. Esta condición de ser la acción «local» o «espacial» es muy impor­ tante. No se refiere a los efectos de la acción, sino a la acción misma. Si el ser que actúa carece de determinaciones espaciales, no podemos explicar su acción y tergiversamos los datos inmediatos de la expe­ riencia. Se ha dado a lo largo de la historia del pensamiento filosófico, una explicación del hombre en base a un dualismo que reservaba la espa- cialidad al cuerpo y la temporalidad al espíritu. Tal explicación es inad­ misible para la ciencia positiva, porque se trataría de dos naturalezas heterogéneas. Pero, además, tal explicación no se justifica con un aná­ lisis psicológico de la acción, ya que la «implicación recíproca de la temporalidad y la espacialidad en los datos inmediatos de la experien­ cia no puede ser sino la resultante de esa unidad del sujeto: éste sólo pudiera ser dual si la temporalidad correspondiese al espíritu y la espacialidad correspondiese al cuerpo» 151. E. Nicol afirma la unidad personal del hombre. No tiene inconve- nente en emplear los términos espíritu y cuerpo. Pero han de ser defi­ nidos nuevamente a fin de evitar su uso como si fueran términos que conservaran el significado tradicional. Así: 1) Espíritu: es un rasgo constitutivo del hombre que consiste en una potencia, en la «capacidad de actuar con sentido» 152. Pero esta definición no supone que «espíritu» sea una sustancia, es decir, «una realidad suficiente, dotada de propiedades y actividades específicas e independientes de la otra sustancia que fuera el cuerpo» 153. 2) Cuerpo: cuando se habla de «cuerpo» en psicología no puede olvidarse que nos estamos refiriendo a un «cuerpo humano»: «Yo no 150. PSV 63; cf. CRS 95-96, 98. 151. PSV 68; cf., también 18. Escribe sobre este mismo tema en VH: «La vida no sólo se organiza y estructura temporalmente, sino también espacialmente. La temporalidad de la existencia humana no se alcanza a comprender sino en una implicación con la espacialidad. El análisis de ésta, además, y sólo él, permite integrar en bloque el cuerpo humano en la realidad de la existencia. Esta existencia es temporal e histórica; se da siempre en un ahora que es proyección al futuro. Pero se da también siempre en un aquí sin el cual no se explica el ahora ni se explica la proyección» (p. 189). 152. PSV 64. Precisamente ese «actuar con sentido» es lo que distingue los actos de esta potencia de los otros pseudo-actos humanos, tales como reflejos instintivos. 153. PSV 64.

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