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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 461 uno de los primeros escritos que ha publicado E. Nicol), trata la cues­ tión de la «realidad verdadera» para determinar dónde se halla, si en las apariencias (ante las cuales el pensamiento filosófico tradicional siem­ pre se ha mostrado muy suspicaz) o en alguna otra zona adonde nues­ tro conocimiento ha de llegar, más allá de la experiencia empírica. Y, ante tal problema, establece estas afirmaciones: 1) «No hay realidad ninguna detrás de la apariencia, escondida en ella o velada por ella». 2) «Cuando aguzamos la mirada, para tratar de ver más hondo, llamamos realidad verdadera a lo que creemos descubrir debajo de la superficie, y pensamos haber desvelado un misterio y vencido a las tinieblas. Pero no hay tal. El gran misterio de las cosas está en su superficie». 3) «Esta realidad única —la cual es, para mí, tanto más realidad cuanto más aparente — puede ser considerada misteriosa en su totali­ dad, o se me hace misteriosa a mí, en relación con algo que no está detrá de ella, sino más allá» 123. Con estas afirmaciones E. Nicol aplica a la psicología ideas que luego desarrollará más ampliamente en su metafísica, como: a) Desde un punto de vista ontologico, no hay dos planos de rea­ lidad: uno apariencial y otro profundo, más auténtico, velado por las apariencias. b) Desde un punto de vista epistemológico, nuestra experiencia sólo puede mostrarnos las presencias que llenan tal experiencia y, por tanto, la razón sólo puede hablar de tal experiencia. No hay nada que pueda ser descubierto bajo la superficie de la experiencia; sólo existe la presencia. c) Pero, hablar de tal realidad presente en la experiencia no signi­ fica la explicación perfecta de tal realidad. Una cosa es conocer lo que «está dado» y otra explicar por qué lo «dado» está ahí. Nos movemos siempre con nuestra razón en el campo de la realidad, pero tanto ésta como nuestra razón son limitadas. Explicar el límite es penetrar en el misterio. Ahora bien, la psicología no tiene este compito, ya que su conocimiento se limita a lo concreto e inmediato. Teniendo presentes estas indicaciones, es cuando podemos pasar a describir el «yo» dado en la experiencia psicológica. Tal yo: 1) Se da por entero en cada experiencia. 2) Es actual y uno en cada acción. 123. VH 100-101.

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