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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 447 cia — sea la de todos los entes en conjunto o una sola existencia par­ ticular— «caracteres absolutos y necesarios»: «El hecho simple de ser es ya un absoluto, dentro del cual no ca­ ben gradaciones: la sustancia no tiene más ser que el accidente. Ese absoluto manifiesto, en el cual se ofrece la comunidad de lo real, no está comprometido por la diversidad en las formas de ser. El he­ cho de que hay ser es lo inalterable, aunque sean cambiantes todos los entes. Lo inalterable no es una parte del ser; además de la pre­ sencia, es inalterable la cohesión integral, o sea el gobierno de todo lo cambiante» 72. Refiriéndose a estas dos dimensiones en donde se nos muestra el ente y el absoluto fenoménicamente, escribe E. Nicol de manera más literaria: «Lo que al existente le falta es algo tan conspicuo como los brazos que no tiene la Venus de Milo» 73; «El presunto misterio del absoluto se desvanece en la contemplación del más efímero de los fe­ nómenos reales: en la flor, en el crepúsculo, en la vida de un hom­ bre cualquiera» 74. Ahora bien; para E. Nicol hay distinción entre Ser y ente, pero tal distinción no implica ni ausencia ni separación75. ¿Cómo podremos entonces distinguirlos? El punto clave para comprender la relación Ser-ente es la contin­ gencia. No es una representación intelectual, sino un «hecho metafí- sico» 76. Es preciso, por ello, aclarar por qué existe lo que existe. Al no darnos lo que existe la razón de su ser, hemos de encontrarla en la «existencia de un ser que existe con razón propia, un ser o tológica­ mente suficiente, o sea necesario» 71. El absoluto es la necesidad misma como razón de ser última. Tiene que existir, pues ningún ente tiene en sí la razón suficiente de su ser: «Lo que él representa es la necesidad misma, como razón de ser últi­ ma. Es imposible que pudiera no haber sido, o sido de otro modo: el absoluto no tiene alternativas, ni existe un otro que comparta su 72. me 76. Cf. también PC 363. 73. PC 361. 74. PC 363. 75. PC 301. 76. Escribe en ME: «Como quiera que se conciba el ser, ningún ente (ni el con­ junto cósmico de todo lo que es) ofrece la razón última de su ser y su existencia. Esto es lo que significa radicalmente el concepto de contingencia, con el cual no se piensa tanto en el devenir de los entes y su caducidad, cuanto en el hecho de que ningún ente aparece justificado ontológicamente por el hecho sólo de existir» (p. 57). 77. ME 57-58. Cf. igualmente 62-65; PC 360-362.

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