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446 MANUEL GONZALEZ GARCIA E. Nicol no duda en afirmar que el absoluto tiene que ser determi­ nado. Un absoluto indeterminado nos llevaría a la dificultad insalvable del Ser puro y la Nada pura, como absolutos indeterminados. Pero si el absoluto es determinado, sólo tenemos la salida al mundo real, que es contingente. Entonces, o bien quedaría eliminado el absoluto al quedarnos en la absoluta contingencia o bien terminaríamos en la irra­ cionalidad integral, que se transformaría, vitalmente, en desesperación. Por eso, no queda a E. Nicol otro camino que afirmar la inmanen­ cia y la determinación del absoluto. Los entes se dan como ser, en plenitud, sin que sea posible refor­ zar mediante averiguaciones posteriores ese dato fundamental de «ser». Este dato primario no necesita investigación o prueba alguna; hay una identificación global del ente como real y como existente. Una investi­ gación posterior nos mostrará el «modo de ser». Todos los entes están definidos por una forma o modo de ser común: la contingencia, que los hace cambiantes. Dentro de la unidad «Hay ser» co-existen los entes contingentes en pluralidad, diversidad y hasta oposición68. La metafísica tradicional reclamaba el absoluto fuera del existente, porque ninguna existencia poseía intrínseca necesidad. Presentaban el dato de la privación69. E. Nicol une ambos términos —contingencia y necesidad— señalando la imposibilidad lógica y real de concebir la totalidad de la contingencia sin el absoluto. Así lo muestra el ente fe­ noménicamente: «E l ente no sería contingente sin el absoluto. Esta paradójica inver­ sión de los términos significa que el absoluto no hay que buscarlo; tiene que estar presente, y sólo puede presentarse en el propio ser contingente» 70. Ya no se trata, por tanto, de situar al Ser fuera del mundo de los entes contingentes, estableciendo una diferencia entre el Ser —lo ab­ soluto— y los entes —lo relativo y contingente— , sino que una mis­ ma realidad puede ser vista como «Ser» y como «ser esto», consistien­ do el ente en esta última precisión. Casi admirado pregunta E. Nicol en un cierto momento: «¿En dónde está el ser sino en el en te ?»71. Ser y ente son visibles, ya que, al mismo tiempo que vemos la diversidad y el cambio, es también patente la presencia absoluta de la realidad diversa y cambiante: todo ente es, presentando la existen- 68. Cf. ih 61, 74, 76-77; PC 303, nota 12. 69. PC 362-363. 70. ih 62. También PC 361. 71. me 23.

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