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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 517 una estructura que garantiza la mismidad del hombre. Hay una alte­ ración constante, pero la «regulación legal» salva al hombre de disol­ verse en la pura temporalidad 236. Los modos ónticos encuentran su expresión en las variantes ideas del hombre que han surgido con el paso del tiempo, revelando todas ellas las posibilidades del ser potencial. Esa es la gran dignidad onto­ logica del hombre: que desde dentro de su mismo ser, con un prin­ cipio dinámico interno y personal, hereda una tradición que puede, a su vez, variar, moldeando su propio ser. O, como dice en La vocación humana, «logrando ventaja para su ser» en una tensión permanente que mira hacia el futuro 287. El pasado es una herencia que, si no es renovada, se disuelve con el tiempo. Por eso, el hombre, cuidadoso de su propio ser, ha de seguir buscando, y calificará su propia vida como noble o trivial no tanto con las obras realizadas cuanto con la inspiración que dirigió su esfuerzo. Esto es precisamente lo que ha buscado E. Nicol en su obra. Así lo dice él mismo juzgando su filosofía: « ¿Y qué sentido tiene empeñar nuestra vida, que por ser única es absoluta, en una obra que de antemano sabemos habrá de ser rela­ tiva y transitoria, si a tanto llega que merezca la pena ocuparse de ella? Lo que nos mantiene en el empeño de filosofar no es lo que produzcamos, sino el empeño mismo. La verdad no vale por lo que en ella se dice, sino por el afán que inspiró su búsqueda... El filósofo cumple buscando la verdad, pero su vida no la justifica la verdad encontrada, sino principalmente la búsqueda. El tino del hallazgo se le da por añadidura... Las obras de filosofía... no valen por sí mismas, ni hay que juzgarlas por la mera perfección técnica de sus articulacio­ nes, aunque ésta debe exigírseles, sino por el sentido que tengan y el afán que las anime, por la idea de la filosofía y de la vida que en ellas se revele, por su intención de bondad y su capacidad de amor, y por 286. Así lo dice en IH 45-46: «...No sólo el cambio es racional porque tenga formas; sino que es racional la condición humana, porque puede ser pensada ontológicamente, y porque su entidad incluye cabalmente la potencia racional. Todo cambia, pero la verdad que no cambia es la verdad que explica el cambio». Y en ME 11: «La tesis de que el proceso histórico de todas las modalidades expre­ sivas es susceptible de una regulación legal rigurosa, como la que se intenta aquí... res­ ponde a una idea básica que se ha formulado en varios textos, y sobre todo en la Intro­ ducción a La idea del hombre: todo cambia, menos la ley que rige el cambio. Este es el principio inmutable de la temporalidad y racionalidad de lo real». 287. Esta idea la desarrolla en las pp. 9-21 de VH. 8

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