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XVI CENTENARIO DE CONVERSION DE S. AGUSTIN 323 Cuatro elementos de la conversión 1. El primero es la luz, mejor dicho, en activa, la iluminación: «ver», qué cosa tan importante; si no, cada vez caerá más y más; si tu ojo es luminoso... dice el Señor, todo tu cuerpo (tu realidad) será luminoso; tus ojos necesitan la luz, la de Dios; dar la luz es un acto creador, salvador. El mundo era un caos sin formas sin la luz. Dijo Dios (sigue diciendo): hágase la luz, y vamos viendo, sería mejor traducción que la de «la luz se hizo». 2. Palabra de Dios y autoridad de la Iglesia. La Palabra de Dios asiste al alma, la purifica, está plena y pletórica de salvación; pero es el carisma de Pedro y de la Iglesia el que me la acerca; la fuente es la Biblia, no lo olvidemos. Cristiano que no reconoce y no conoce ía Biblia está perdido: ia qué otra palabra va a hacer caso! 3. Importancia, máxima, de la acción de la voluntad. El pasar a amar otra cosa, no es cosa, pasa de las cosas al Dios de todas ellas, aun sin éstas, puramente. Paso del bien mudable al inmutable utilizando el libre albedrío movido internamente por la gracia: a ver ¿quién in­ vitó a quién? ¿Zaqueo a Cristo o viceversa? ¿Los novios de Caná a Cristo o viceversa? La respuesta de Agustín ya se sabe: la prioridad y precedencia de Cristo que empujó a Zaqueo a subir al árbol, que unió a los novios, luego esposos, esposos cristianos, de Caná o de donde sea. 4. La gracia divina (por aquí se empieza) que en este caso no es ultimo elemento, sino primero, ya lo hemos oído. Es cosa de la miseri­ cordia de Dios. La gracia que se muestra como un acto de llamada, de insistencia, cariñosa, no pues a modo de filosofía: es un acto de llamada al encuentro personal con Dios, de trato íntimo con él. El clima en que se mueve el alma en todo esto es de humildad y piedad: «pietas conversionis». Una piedad que se organiza, no pues, una velei­ dad. Al convertido le promete Dios el perdón de los pecados. Entonces ¿por qué la gracia? El pecador está muerto y un muerto no puede tomar la iniciativa de vida; ésta se le regala, se nos regala: es don. Conversión y cristologia Tienen estrecha relación entre sí la teología de la conversión con la conversión cristiana al Dios hecho hombre. Ahora bien; puesto ante Cristo, en su seguimiento, ya no hay, no puede haber rutina,

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