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XVI CENTENARIO DE CONVERSION DE S. AGUSTIN 319 evangelización (más difícil que la primera) y tomar en serio la inicia­ ción cristiana. Se hicieron análisis profundos y acertados sobre la conversión, y sus verbos constitutivos (dichos y explicados en todos los idiomas): amar, buscar, convertirse, ser convertido, sanar, salvar, aversión ¿a qué?, conversión ¿a quién? Ha quedado claro, bien demostrado, que las ciencias humanas —junto al evangelio— son necesarias para el estudio de la conversión. La conversión humana no es llegar a un jardín y detenerse allí, se ha dicho, sino punto de partida y proceso: la meta ya se sabe y no es de este mundo. El tiempo es factor humano decisivo; la conversión no suele ser tan instantánea como parece ni en Pablo ni en Agustín, las dos mayores conversiones, dependiente ^sta de la de aquél. A Pablo se refería la voz oída por Agustín en el mo­ mento cumbre de su vida: «tolle, lege» —toma y lee— . No tuvo que ir lejos de sí mismo para encontrar lo que buscaba Agustín: «me devolvías a mí sobre mi interioridad», «me ponías a mí delante de mí mismo» (Conf. 8, 16). No basta la búsqueda del extro­ vertido, del que nunca está en casa, allí donde Dios lo visita, nos visita y no nos encuentra. Y es ahí mismo, en su corazón, donde Agustín oía voces amigas (pero sinceras) de lo alto: «qué sucio estás, que desviado, cuán man­ chado». La conversión efectiva y afectiva están unidas entre sí. Que ¿qué resonancia pastoral tuvo esta autobiografía una vez hecho sacerdote y obispo? Toda una interpretación del hombre y del mundo: dice haber encontrado más inquietos que inicuos en su labor pastoral, modélica. De los inquietos dice haber encontrado «enorme cantidad de hombres y mujeres», no así de los malos, de los inicuos: ¡visión esperanzada de la vida y del mundo! Por eso, visión intelectual y rea­ lismo pastoral no se oponen en el pastor. Para ello es necesaria la gracia de Dios, pero no basta; también la fuerza de voluntad se requiere, hay que «sufrir» una cierta violencia en la carne; y luz de la mente, comenzando por ésta. Fidelidad a la fe y liberalidad del pastor ¿ecumenismo? «Que nadie sea obligado, mucho menos contra su voluntad, a la comunión católica» es frase textual suya y pensamiento definitivo ¡y obvio! ¿Liberal? También. Prefería actuar con el diálogo que con las penas canónicas, como lo demostró una y otra vez en las reuniones con otros obispos; y nadie negará la rotunda fidelidad de Agustín a la fe

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