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318 J. R. LARRABE terioridad del ser, vivir en el tiempo actual con valor de eternidad, fue el núcleo del mensaje del Papa, denso, positivo, esperanzados ¿De qué se trató en ciento cincuenta y cinco intervenciones de otros tantos profesores? De temas que afectan a todo hombre de buena voluntad: del amor a la verdad, bien supremo del hombre; de la bús­ queda y realización del bien, de la felicidad humana y sus caminos de realización: esto en cuanto a la antropología. Luego vienen los grandes temas de Dios. También los males y limitaciones del hombre, sus fra­ gilidades y pecados, yendo muy pronto a su solución en Cristo: «El es la liberación y la salvación» nos dijo el Papa al despedirse, sombrero en mano. Y la proyección social, que también estuvo presente en el Congreso de principio a fin. Trabajó incansablemente san Agustín a favor de la paz, comenzando por la justicia: «para que la convivencia sea con­ cordísima y ordenadísima». Todavía hay que escanciar vino, buen vino, desde el reciente Con­ greso Internacional Agustiniano de Roma, del 15 al 20 de septiembre. Todavía quedan esencias puras en ese frasco que allí se ha abierto y ofrecido para el mundo actual, particularmente para bien de la juven­ tud de nuestro tiempo, de todo tiempo. Veamos algunas perspectivas, frutos y esperanzas de futuro. Bienaventuranzas y conversión De las 155 Comunicaciones y Relaciones, el de las bienaventuran­ zas ha sido el que más tiempo ha ocupado entre los 300 profesores de todo el mundo, el que más interés ha despertado, sobre todo la bienaventuranza de la paz, no sólo la de ser pacífico («pacific») sino también «peacemaker», hacedor de la paz. Por ahí comenzó precisa­ mente san Agustín sus estudios y comentarios a los evangelios. Pero este tema tan sugestivo, entonces y ahora, ha estado enmar­ cado en el motivo específico que nos convocaba y reunía: el de la con­ versión y el bautismo. Hoy podía enunciarse de esta otra manera: la conversión al bautismo recibido (de niños); «convertios y bautizaos» (el de los adultos como san Agustín); tomar en serio la pastoral del bautismo (todos). Esas fueron las tres conclusiones a las que llegaba la Relación que expuse sobre «el bautismo como fundamento de la espiritualidad matrimonial y familiar según san Agustín». Y en la actualidad, es el problema más agudo que tiene hoy la Iglesia: el de los bautizados no creyentes, la necesidad de la segunda

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