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UNA INTERPRETACION DE LA IGLESIA AMERICANA 313 c) Interpretación de la historia americana del siglo XIX. De este exagerado influjo de la Ilustración deduce H.-J. Prien la lucha entre el elemento liberal y conservador en Iberoamérica durante el siglo XIX. Visto el tema desde otra perspectiva más histórica se advierte que la lucha anticlerical en América se limita a cercenar ciertas atribuciones eclesiales, claramente abusivas algunas de ellas, como lo reconoce el mismo J. Vasconcelos respecto de la cuestión económica, pese a ser un cantor de la obra de los misioneros. Pero nunca se llegó a una tenaz lucha, como en España, entre los partidarios de «altar y trono» y los principios de la revolución moderna. Por ello la historia de España en el siglo XIX es más dura que la americana en este punto. Algo que en esta obra se desconoce. Desearíamos que estas notas críticas incitaran al Dr. Prien a revisar su interpretación de la Historia del Cristianismo en Latinoamérica. Pero no seríamos justos con su esfuerzo si no mencionáramos algunos de sus juicios más valiosos y ponderados. 4. Ju icios certeros d e especial valía Entre los muchos que se hallan en las más de mil páginas de la obra, nos place recoger algunos que nos parecen más señalados. a) Negación de las religiones indígenas como t(praeparafio evan­ gélica” por los misioneros. Hoy, después del Vaticano II, vemos en toda religión humana sincera un esfuerzo de acercamiento a Dios. Gran desgracia fue que los misioneros llegaran a América con la idea de que las religiones indígenas eran constitutivamente falsas. Era ésta la opi­ nión general, desde Las Casas al último misionero sin nombre. He podido, con todo, comprobar que una gran español de aquel tiempo, J. L. Vives mantuvo la postura mental de que toda religión sincera es una « praeparatio evangélica », según se pensaba en los primeros si­ glos de la Iglesia. Lo hago ver en mi estudio, El agustimismo de ]. L. Vives, en Cuadernos Salmantinos de Filosofía 1986, 99-111. Hoy los indigenistas rasgan sus vestidos por el destrozo causado a las antiguas religiones indias. Lamentamos más bien lo difícil que es a la mente humana estar siempre en la verdad. España estaba en la vanguardia teológica en aquella época. Y, sin embargo, en este punto no acertó. Mejor dicho; no quiso oír la voz sensata de uno de los proceres de su pensar: J. L. Vives. Hoy reconoce lealmente H.-J. Prien que «la teología misionera católica ha cambiado notablemente después del Vaticano II. Ha que-

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