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A. KRYVELEV Y G. BUENO 305 4.a Consideramos legítima, también, su aclaración sobre la cienti- ficidad de la Antropología y de las llamadas «Ciencias de la religión», en orden a definir los límites gnoseológicos de las mismas y su dife­ renciación con la filosofía de la religión (pp. 52ss). Bueno trata de situar y definir esos distintos campos, introduciendo —creemos que con bastante acierto— la categoría de esencia nuclear (propia de la filosofía) y corticales (propia de las Ciencias positivas) (p. 59). Igual­ mente, consideramos justa la exigencia propuesta para que las Ciencias se mantengan en el nivel fenomenológico correspondiente y no se diri­ jan hacia pronunciamientos sobre la verdad de la religión (p. 78). No vemos, sin embargo, motivo alguno que justifique su postura frente a la Antropología científica, a quien niega el carácter de Ciencia del hombre, si no es concebida como «Zoología» (p. 51). Estamos de acuerdo en salir al paso de la «prepotencia» de la Antropología cultu­ ral de nuestra época (p. 93). Bueno, tal como se desprende de sus palabras, considera fatua toda consideración de los hechos religiosos desde la Antropología que no sea filosófica (p. 99). Lo que revela, según nuestro parecer, cierta confusión de los dos niveles de la Antropología: filosófica y científica, que es preciso tener en cuenta en estos pronun­ ciamientos. 5.a La interpretación que hace de la relación entre lo «sagrado como opuesto a lo profano» (p. 53), no la consideramos fundada desde la Fenomenología histórica del hecho religioso. Propiamente, no se trata de dos realidades distintas, sino, más bien, de dos dimensiones distintas de una misma realidad, a la que el hombre se puede acercar desde dos «sentidos» distintos. Mircea Eliade es uno de los que con más claridad ha expuesto esta diferencia en su librito Lo sagrado y lo profano, al que puede acudirse para precisar mejor el tema de la rela­ ción entre lo sagrado y lo profano. 6.a La interpretación que hace del significado de «numen» en R. Otto, como si se tratase de una «realidad neutra», impersonal (p. 143), no parece responder al pensamiento del autor de Das Heilige. Cierta­ mente, Otto en su obra se muestra un poco impreciso en torno a la calificación de «personal» de esa Realidad numinosa. Pero, a pesar de expresarse en forma neutra, lo concibe como término de relaciones interpersonales. Lo que supondría admitir, en definitiva, el significado «personal». 7.a La parte más novedosa y llamativa de este Ensayo se encuentra en la concepción filosófica que expone en la segunda parte y que cris-

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