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294 D. CASTILLO numinosidad. Bueno llama a la primera teoría angular de la religión. Y, después de un rápido análisis de la primera, opta en su estudio por ella, como fundamento de la verdad de la religión (pp. 164ss). «Teoría zoológica de la religión» (p. 164), llama Bueno a esta con cepción filosófica de la religión. «No ha sido desarrollada por ninguna filosofía clásica. Una situación tan paradójica no puede ser debida al azar y de ella debe dar cuenta la propia filosofía de la religión» (p. 164). Lo que pretende en su Ensayo. La intención de la filosofía zoomórfica de la religión originaria trata de tematizarla en los siguientes términos: «No sostiene que los hombres primitivos han comenzado divinizando animales (o los han deificado en una fase de subdesarrollo). Sostiene que son los animales los núcleos numinosos en la propia Idea ulterior de la divinidad. Y que, por consiguiente, tendrá sentido afirmar que la religión es verdadera porque los númenes de la clase N existen —son animales— (ciertas especies, géneros u órdenes de animales) y no son fenómenos ilusorios propios de la mentalidad prelógica, de la percepción salvaje» (p. 169). £1 hombre venera, por consiguiente, a los animales. Y la verdad de la religión consiste en cuanto que sus objetos tiene referencias rea les, existentes: los animales. Esta es la mayor originalidad de Bueno: «La concepción zoomór fica del núcleo de la religión significa, en resolución, no ya que los animales puedan desempeñar realmente funciones numinosas, sino, so bre todo, significa que ellos son la fuente o manantial de toda numi nosidad ulterior» (p. 170). En consecuencia, la impiedad, propiamente, no consistiría en pro nunciarse contra los dioses, sino que «despojar a los animales de todo género de numinosidad, debería ser considerada (al menos desde la teoría angular) como la fórmula misma de la impiedad religiosa «ori ginaria» (pp. 169-170). La reducción antropológica feuerbachiana de la religión, plasmada en su máxima: «los hombres hacen a los dioses a su imagen y seme janza», es transformada por Bueno en esta otra: «No son los hombres quienes hicieron a los dioses a su imagen y semejanza, sino que los hombres hicieron a los dioses a imagen y semejanza de los animales» (p. 170). Bueno, en correspondencia al análisis del núcleo de la religión, progresa en su estudio del cuerpo de dicho núcleo, desde el aspecto zoomórfico. Desde éste interpreta lo que constituye los distintos con-
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