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260 V. M. BORRAGAN «experimentando», según Zubiri, «la inserción de la ultimidad, de la posibilitación y de la impelencia en mi propia realidad» (HD 95) al hacerme persona. Esta experiencia no se circunscribe al reducido marco de lo individual; él reconoce también una experiencia social e histó­ rica, siendo así la historia de la humanidad una gran experiencia del poder de lo real. Pero, además de experiencial, la religación es «ma­ nifestativa» del poder de lo real: no sólo lo prueba, sino que también lo pone al descubierto. Y, en último término, el poder de lo real experimentado en la religación se manifiesta como algo «enigmático». Que sea enigmático supone no decir en concreto en qué consista ese poder, sino tan solo indicarlo. Esto por un lado, en cuanto al decir mismo. Pero es enigmático también porque lo dicho, el poder de lo real, es en sí mismo enigma: lo enigmático consiste en que al estar con las cosas estemos en la realidad, y que entonces ésta nos haga adoptar una determinada postura frente a ella, construir nuestro abso­ luto relativo de un modo u otro. Aquí se encuentra el punto clave de todo el camino que venimos recorriendo. El enigma pide ser descifrado. No sólo estamos dirigidos, sino físicamente lanzados hacia la labor de desentrañar cuál es el fondo de «la» realidad, qué significa y por qué se apodera de mí en la ulti­ midad, posibilitación e impelencia de hacer mi Yo. Según Zubiri, este es el problema de Dios, y no simplemente lo que lleva al problema de Dios. Pero es necesario no entender más de lo que se dice: el problema de Dios no es Dios mismo, no es ni tan siquiera la realidad divina. El problema de Dios se identifica con la pregunta por el fundamento, porque Dios, de existir, sólo puede ser el fundamento de mi vida y de la realidad. 2.2. La dimensión teologal Este ámbito en el que se plantea la pregunta por el fundamento es lo que nuestro autor llama dimensión teologal. Merece la pena detenernos, aunque brevemente, en desentrañar lo que implica este término. Lo teologal es simple mostración, mero análisis de la realidad humana en la que se descubre su constitutiva necesidad de fundamento, y con ella su versión al problema de Dios. Mi propia vida me plantea a Dios de forma problemática. Es una cuestión intramundana y vital, que afecta a la persona en su totalidad, pues toda ella se encuentra necesitada de fundamento.

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