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LA JUSTIFICACION INTELECTUAL DE DIOS 257 esto mismo, por ser la formalidad en que quedan las cosas en la inte­ ligencia, realidad es el modo originario que tiene el hombre de habér­ selas con las cosas, lo que Zubiri llama «habitud». El hombre y la realidad no son dos relatos, dos ámbitos enfrentados que entran en contacto, sino que se constituyen el uno al otro. En virtud de sus caracteres (inteligencia, voluntad, sentimiento) el hombre es animal de realidades. Con ello descubrimos que está constitutivamente instalado en la realidad; pero es necesario dar un paso más y analizar cómo afecta en concreto esta instalación, cuál es la forma y el modo de realidad que en virtud de sus notas posee el hombre. La forma humana de ser real consiste en hacerse, en ir ejecutando acciones con vistas a la propia realidad. No se trata tan sólo de llevar a cabo unos actos posibilitados por ciertas facultades; en el hombre hay algo más radical que eso y consiste en que los actos que pueda ejecutar repercuten en su propio carácter de realidad. El hombre se configura a sí mismo en sus acciones, se va realizando. Utilizando el ejemplo que propone Zubiri, mientras que una piedra cae por las pro­ piedades gravitatorias que posee, un hombre cae también igual que la piedra, pero es necesario que se nos diga si se ha caído, le han tirado o se ha suicidado, esto es, cómo se ha comportado respecto a su carác­ ter de realidad. Según Zubiri, en esto consiste la «personeidad». Ser persona es poseerse a sí mismo, consistir en una realidad tal que irre­ mediablemente tiene que hacerse. No se llega a ser persona, se es persona. Por esto Zubiri distingue entre personeidad y personalidad. La personalidad es la concreción del ser persona, algo que se va logrando a lo largo de la vida, constante y continuamente, pudiendo modificarse, oscurecerse... La personeidad, en cambio, es inamisible e inalterable, pues se posee por propia cons­ titución. En el hombre la vida no es sólo realizar actos, sino realizarse como persona en los actos. Zubiri utiliza una plástica expresión: el hombre no sólo es «de suyo», sino que es suyo, es «suidad». Pero aun podemos dar un paso más, pues en virtud de sus notas y de su forma de realidad el hombre se relaciona con las cosas de un modo peculiar; esta relación no sólo consiste en independencia, sino en total soltura: el hombre está «frente a» toda otra realidad por ser suyo, es ab-soluto. Pero, aunque suelto, se encuentra constitutivamente inmerso en la realidad, lo que hace de su absoluto algo relativo. Su carácter absoluto no se lo ha otorgado a sí mismo, sino que lo ha cobrado; es la realidad en la que está instalado quien lo hace posible.

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