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256 V. M. BORRAGAN sentiente, algo que es «en propio», que es «de suyo». Esto es lo que constituye «la realidad». El hombre aprehende lo mismo que el animal, pero no de la mis­ ma manera: lo aprehendido es real y se presenta con unos caracteres que le pertenecen por sí mismo y a sí mismo, independientemente de la reacción que pueda provocar. Esto es lo que Zubiri llama formali­ dad: el modo en que quedan las cosas en el sentiente. En el animal las cosas quedan según la formalidad de estimulidad; en el hombre, según la formalidad de realidad. Así, pues, el sentir humano, por ser de realidad, es sentir intelec­ tivo. He aquí la diferencia radical respecto de los otros sentientes. El hombre es hombre precisamente por su capacidad de aprehender realidad: su sentir es intelectivo. Pero el sentir no consiste sólo en la formalidad, sino que conlleva también un momento de afección y otro de respuesta, y un cambio en un momento del proceso que supone transformarlo todo. Así, en virtud de la impresión de realidad, los afectos animales se convierten en el hombre en sentimiento, afección de realidad. No es mera modi­ ficación del tono vital, sino algo más, modificación de su sentirse en la realidad por la realidad. A su vez, la respuesta que provoca la rea­ lidad es tendencia a situarse de un modo u otro en ella. «La respuesta es voluntad». «Así como la intelección es formalmente intelección sentiente, así también el sentimiento es sentimiento afectante y la volición es voluntad tendente. Lo propio del sentir en sus tres mo­ mentos de suscitación, modificación tónica y respuesta queda estruc­ turado formalmente en aprehensión intelectiva, en sentimiento y en volición» (IRE 283). En virtud de su peculiar capacidad formaliza- dora, el hombre está instalado «modestamente, pero irrefragablemente, en la realidad». El hombre es un animal vertido a la realidad, es animal de realidades. «La vida humana es vida en la 'realidad’» (IRE 284). Ahora ya podemos vislumbrar lo que significa el término «reali­ dad» para Zubiri. Realidad es la forma en que el hombre aprehende toda cosa y, a la vez, el ámbito del que surge y en el que se desen­ vuelve lo humano. Realidad no es un concepto que forja la mente, ni una zona de cosas con la que entro en contacto, ni se trata tampoco de algo que allende la aprehensión es tal y como se presenta, al estilo del realismo clásico. Realidad es algo que de un modo físico se hace patente en la intelección de las cosas, sin identificarse con lo que la cosa es en sí, según sus propiedades, sino que lo trasciende. Y por

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