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LA JUSTIFICACION INTELECTUAL DE DIOS 275 En Inteligencia senciente se hacía una análisis de lo que significa «trascendental». La realidad es lo trascendental en lo concreto de las cosas reales, pero no como algo añadido a sus propiedades, sino sen­ tido a la vez que ellas. La realidad, al ser sentida en impresión, no se identifica con la cosa, pero es un carácter interno a ella y que emana de ella; es un «más» en la cosa: «es estar en la aprehensión, pero 'rebasando’ su determinado contenido» (IRE 115). Esto mismo acon­ tece con la realidad divina. Dios está presente intrínseca y formalmen­ te en la cosa constituyéndola como real, pero no es la cosa sino un más en ella. El «más» pertenece a la realidad, nos es presente en ella: «A Dios nadie le ha visto nunca» (1 Jn 4, 17) y, sin embargo, sabemos que existe y podemos experimentar su presencia. Dios está dado en el poder de lo real, pero su presencia no es visual, sino que la actualizo en forma de noticia: las cosas son noticias de la realidad de Dios 11. La presencia divina en el fondo de la realidad hace que «estar en la plena realidad de una cosa es eo ipso estar en Dios en ella. Ir a Dios es penetrar cada vez más en la cosa misma» (HD 175), y supone cono­ cer y experimentar más de cerca lo que es la realidad, pues ésta no es tal sin su propio fondo. Conocer el fondo de lo campal es conocer más completamente lo campal mismo. La trascendencia de Dios es transcampalidad. El fondo no es la cosa, sino su fundamento, aun cuando le perte­ nezca intrínsecamente. Esto permite la distinción entre Dios y las cosas, a pesar de que están inextricablemente unidos: trascender es un modo de estar en las cosas sin identificarse con ellas. Esta difícil conjunción es, creo, un muy relevante logro de la metafísica zubiriana. Lo tras­ cendente es, a su modo, físico y, por tanto, cognoscible y experien- ciable. Todo ello supone que Dios es absolutamente intramundano, por ser fundamento. Dios hace que las cosas reales sean lo que son «de suyo», y en el hombre la presencia de Dios es ser tensión hacia su ser absoluto, pues la vida es la configuración del fundamento. Mostrar la realidad de Dios no puede hacerse al modo de una prueba matemática. La vía de la religación es siempre problema por el carác­ ter de las dos realidades que están en juego: Dios y el hombre. Este, porque su forma de realidad se va configurando en el decurso vital; 11. «Las cosas en cuanto reales nos están ’remitiendo' a su propio, in­ trínseco y formal fundamento transcendente en que están siendo reales» (HD 189). Esta remisión notificante es la única manera posible de desvelar a Dios.

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