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272 V. M. BORRAGAN Todas esas calificaciones son objeto de creencia, lo cual no reduce su valor, aunque las relega a otro ámbito. Dios no es lo que hay, sino lo que hace que haya. Su presencia no es objetual sino formal: está presente de modo formal en las cosas fundamentándolas, constituyéndolas como reales. Las cosas no sola­ mente son «talidades», sino que manifiestan la realidad como poder último, posibilitante e impelente al estar Dios presente en ellas. Dios es el fundamento con contenido concreto. Sin Dios las cosas no serían reales y no podrían determinar mi ser. La cosa es su concreta realidad «pero, por otro lado está formalmente constituida en la realidad abso­ lutamente absoluta, en Dios» (HD 149). El enigma del poder de lo real queda disuelto al descubrirse que la cosa real, además de ser su realidad, es una manifestación de Dios, de otra realidad que se presenta sólo como fundamento, o, en pala­ bras de Zubiri, «consiste simplemente en este doble momento de no ser Dios y de estar sin embargo formalmente constituida en Dios» (HD 149). Esto nos lleva de la mano a dos problemas importantes:a) Dios está presente en las cosas y sin embargo las cosas no son Dios,y b)las cosas como presencia de Dios. 5.2. Dios, distinto de las cosas Las cosas que no son sin Dios, pero no son Dios, poseen realidad por la presencia formal de Dios en ellas. Y ser real sólo siendo en Dios, sin ser Dios mismo, pero siendo cada cosa concreta, es una for­ ma de ser en Dios. Esto se muestra con mayor claridad y fuerza en el hombre, adquiriendo un matiz distinto porque la presencia de Dios en él es «propia y peculiar». Dios es Agente, Actor y Autor de las acciones del hombre por su carácter fundante. Por tanto, el hombre sólo es real siéndolo en Dios, pero no es Dios sino él mismo. Su no ser Dios es un modo de ser en Dios, porque es «Dios quien está haciendo que no sea Dios» (HD 161). Este «no» tiene un carácter activo y positivo, pues posibilita que cada hombre sea su concreta realidad y haga él mismo su propio Yo: Dios no hace mi Yo, sino que hace que yo haga mi Yo. «Si no se mantiene el carácter formal­ mente activo del "no” , se caería en una de las formas de panteísmo,

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