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LA JUSTIFICACION INTELECTUAL DE DIOS 269 largo caminar. Hemos justificado su realidad7. Se impone ahora expe­ rimentarlo, hacer probación de lo que es y de cómo actúa para com­ probar si la realidad verifica nuestra afirmación. Y esta experiencia adquiere en nuestro caso especial importancia por ser su término no una realidad fundamento cualquiera, sino la realidad-fundamento: con­ lleva un carácter personal e inderogable y encierra siempre el proble- matismo propio de la realización personal. La experiencia y la verificación de la realidad-fundamento sólo pue­ de llevarse a cabo en forma de entrega, incluso cuando no se opte por su aceptación positiva y plena y se prefiera la indiferencia ante lo accedido intelectivamente. El hombre es un ser constitutivamente fundado por su carácter relativo, y ese fundamento tiene que ser ine­ ludiblemente uno u otro. El mismo vacío de realidad es ya una res­ puesta y estricta experiencia. Esbozar y confirmar que el poder de lo real no encierra nada en su fondo supone también la entrega de mi persona, como necesidad que me sale al paso en mi realización, a ese poder sin más, y, por tanto, a mi persona como realidad última. Nosotros no seguiremos a Zubiri en el rico análisis que hace de lo que es la entrega a la realidad-fundamento. No era el objeto de este trabajo. No obstante, aún podemos tratar un último aspecto dentro de lo propiamente intelectivo: explicitar qué es esta realidad a la que hemos llegado. 5. Dios en cuanto realidad accedida Aunque sea un tanto machaconamente, importa repetir que esta realidad es fundamento y no objeto. Aquí se encierra el núcleo básico de la vía de la religación. Hemos llegado a una realidad; fundamento de mi ser, cuya actualidad es estar fundamentándome. La forma con­ creta de fundamentar es siendo, en primer lugar, lo último de la rea­ lidad o la realidad última. Esto no implica que sea creador. La crea­ ción no es algo a lo que se llegue racionalmente; lo único que pode­ mos concluir es que Dios significa la ultimidad de lo real. Para nues­ tro autor, la creación es una verdad de fe, pero no de razón. Y esto es más evidente cuanto que en muchas religiones su Dios no es crea­ dor, pero sí fundamento último y, por tanto, verdadero Dios. En se- 7. Se habla de justificar la realidad de Dios únicamente en el sentido de vía que emprendemos sugerida por la realidad. Es decir, lo que se jus­ tifica es nuestro consiguiente caminar hacia la realidad ya incoativamente actualizada. Supone nada más que un primer paso. 4

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