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LA JUSTIFICACION INTELECTUAL DE DIOS 263 Dios es cuestión que me surge en la realización que es problemá­ tica. No consiste en un problema del más allá, sino tan mío como mi hacerme; ni algo que el hombre se plantea por un deseo propio: «E l hombre no tiene el problema de Dios, sino que la constitución de su Yo es formalmente el problema de Dios» (HD 116). 3. El momento noético de la aprehensión Quizá sea este el momento adecuado para hacer un paréntesis so­ bre la función de la inteligencia en nuestro problema. Ya vimos un aspecto de la intersección entre lo noético y lo noérgico al descubrir que la aprehensión humana, por ser intelectiva, es de realidad, lo cual nos conducía a un mundo abierto y, en último término, a la religación misma. Pero ahora nos interesa analizar la estructura interna de la intelección y así descubrir cuál es su papel propio en el problema del fundamento. Procederemos del modo más breve posible, haciendo men­ ción únicamente de aquello que nos es imprescindible. Mirado desde la intelección, la modesta impresión de realidad se modaliza en tres formas fundamentales, consiguiendo distintas actua­ lizaciones de lo real. «El (modo) primario y radical es la realidad como mera alteridad de lo sentido como algo 'de suyo*. Es la realidad como formalidad. Pero esta realidad tiene intrínseca y formalmente el mo­ mento del 'hacia’ campal. Gracias a ello, realidad es el medio en que inteligimos dinámicamente lo campal. Es la impresión de realidad no como simple formalidad, sino como medialidad. Pero el 'hacia’ nos lanza en marcha hacia lo trans-campal, hacia lo mundanal. Y en este otro aspecto, realidad no es solamente medio de intelección sino fon­ do fundamentante que mide la mera y simple realidad de lo real. Es la impresión de realidad no como formalidad y como medialidad, sino como mensuración. Esta modulación es justamente la razón (...). No son tres usos de la impresión de realidad sino tres modos de una sola y misma impresión de realidad» (IRA 310). La intelección es abierta y se hace necesario seguir actualizando modalmente la realidad; esto viene dado porque la intelección es cons­ titutivamente sentiente. En el sentir se hace presente realidad de diver­ sas formas, tantas como órganos receptores. Así, en el sentido de la vista, la realidad se me presenta como realidad «ante» mí; en el tacto, como realidad tanteada, como nuda realidad; en el olfato, como rastro; en el oído, el sonido es noticia de la cosa que no me está impresiva- mente dada y me remite a ella; en la kinestesia, sólo tengo la reali-

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