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232 E. RIVERA será capaz de salir a la plaza para hacer mejores a sus conciudadanos. Todo este pensar filosófico, medular en el alma griega, es esencialmente Paideia. Pero de más asombro es que cuando Platón propone su genial muño de las ideas —el momento más feliz de nuestro pensar, según Ortega— lo haya hecho con la intención clara y patente de educar y formar a los rectores de la República, los cuales, según su ilusionada hipótesis, deben ser los filósofos. Por ser estos los que viven más en unión con las Ideas. Hoy diríamos, con los valores supremos. Con insistencia, aunque peque de fastidiosa, queremos insistir en que la realidad más autónoma, Dios, no ha sido estudiada por Platón para obtener un conocimiento, válido en sí mismo, sino en cuanto que es una realidad que ilumina la acción del gobernante, que debe asemejarse a la divina. Según esto, la Paideia griega, con todo lo rica que es, no difiere, en su primaria finalidad, de las sabidurías ances­ trales de los grandes pueblos de la antigüedad. Todas estas sabidurías son Paideia en cuanto su fin primordial es «enseñar a vivir». Ante este panorama histórico el pensador se ve forzado a decir que con Aristóteles nace, por primera vez, el saber por el saber, el día en que puso como pórtico de su Metafísica la célebre sentencia mentada. Un aristotélico de nuestros días, W. D. Ross, comenta de esta manera el conocimiento de las causas que Aristóteles se propuso en esta su obra metafísica, a la que llamó «filosofía primera»: «Constituye el grado más elevado (del saber) porque, en lugar de interesarse como el arte en los fines prácticos ulteriores, busca el conocimiento por el conocimiento» 10. Ya es coincidencia bien llamativa para el historiador, pero muy acorde con esta búsqueda del conocimiento por el conocimiento, que el mismo Aristóteles formule las reglas del saber puro en la Lógica. Al margen de todo contenido ella quiere señalar exclusivamente las exigencias del saber. Pensamos, sobre todo, en los Analytica Poste­ riora, de tan inmenso influjo en la determinación de la Ciencia, aun en aquellos que se han formado un concepto de Ciencia distinto al de Aristóteles. También hicieron sentir su influjo en la ciencia teoló­ gica, cuando en la Edad Media tuvo lugar el decrecer de la Paideia Patrística para dar paso al alza de la organización científica de la teo­ logía. Sobre ello volveremos. 10. W. D. Ross, Aristóteles, tr. Diego F. Pro, Sudamericana, B.A. 1957, 222 .

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