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DIOS COMO «VIVENCIA» Y COMO «CONCEPTO» 249 xiones. Recojamos lo más esencial de las mismas en cuanto delatan su vivencia religiosa 46. Comienza por canonizar aquel lugar, llamándolo «valle de sosiego y de olvido del mundo». Y él, que iba de carrera por las mil trochas de un ajetreado vivir, añora allí una paz nunca alcanzada, pero que desea ardientemente, según lo dice el primer soneto que le inspiró aquel recogido lugar: «En una celda solo, como en arca de paz, libre de menester y cargo... soñar lentamente vida eternal en la que el ama pueda ser pura flor. ¡Oh reposo viviente! florece sólo el agua que está queda». También en la noche de aquella soledad Unamuno contempla el cielo estrellado, como al mirar la resplandeciente Aldebarán. Y se sien­ te feliz por un momento en este su contemplativo quehacer: «...pasear la cumbre de la alta serranía de los astros, a busca en ella de divinos rastros de la increada y creadora lumbre...». Pero todo este sosiego, buscado con apetencia y ahora por breve momento gozado, incita a Unamuno para que dirija esta plegaria a su Dios: «Déjame que en tu seno me zambulla donde no hay tempestades; como esponja habrá en Ti de empaparse mi alma, monja que en el cuerpo, su celda, se encapulla... sólo perdido en Ti es como me encuentro; no me poseo sino aquí, en tu abismo, que envolviéndome todo, eres mi centro, pues eres Tú más que soy yo mismo». 46. O. cit. en nota 41. Los versos citados en el texto pueden leerse en 347-349.

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