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246 E. RIVERA tan arruinadas en verdad, que le evocan el repetido dicho romano: « etiam peñere ruinae» 41. En el primer momento, cuando Unamuno contempla la estrella Aldebarán, evoca el conocido pasaje de los salmos, tantas veces citado en latín: « Coeli enarrant gloriam Dei» 42. Con el salmista Unamuno no formula una prueba de la existencia de Dios, como hará un día J. Balmes, al afirmar que quien niegue a Dios, mirando al cielo, se escupe a sí mismo. Unamuno no piensa en ninguna prueba de carácter lógico. Pero vive la presencia de Dios reflejada en la bella estrella. El delicado apostrofe que la dirige hace sentir esta presencia: «Rubí encendido en la divina frente, Aldebarán, lumbrera de misterio...». También la contempla en amigable compañía con otras estrellas. Unamuno piensa entonces que Aldebarán quiere juntarse con Sirio. Hasta se atreve a hacer esta pregunta: «¿E s que el Señor un día en un redil no ha de juntar a todas las celestes estrellas? ¿No hará de todas ellas una rosa de luz para su pecho?». En otro pasaje ulterior los versos unamunianos recuerdan otros parecidos de Calderón. Ambos afirman que Dios escribe con letras luminosas que son sus astros. Calderón para decirnos que Dios dejó su gloria y majestad descritas: «con tres renglones de luz en el papel de los cielos»43. 41. Andanzas y visiones españolas. Recuerdo de La Granja de Moreruela, O.C., t. I, 347. 42. Poesía. Rimas de dentro. XIX. Aldebarán, O.C., t. VI, 545-548. 43. Recoge estos versos y los comenta P ela yo de Z am ayón , Hacia Dios, Roma 1940, 95.

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