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DIOS COMO «V IVENC IA » Y COMO «CONCEPTO » 239 Permítaseme afirmar que hubo en la edad media un momento en que concepto y vivencia se dieron un beso de paz. Fue en san Buena­ ventura. Y más en concreto en su obra Itinerarium mentís in Deum. Se ha juzgado que esta obra es una síntesis maravillosa de la espiritua­ lidad de la edad media. Pero es, sobre todo, la superación de esa ten­ sión entre concepto y vivencia que se inicia en el contraste entre san Anselmo y san Bernardo y llega hasta nuestros días. Es la rotura de la Paideia Cristiana. Como preámbulo a lo que vamos a decir en nuestra exposición his­ tórica, en la que haremos ver cómo el pensamiento cristiano no con­ serva la síntesis de la Paideia y declina en los últimos siglos hacia el intelectualismo, permítaseme recoger unas palabras del gran papa Pío X II, dirigidas a maestros y discípulos del Angelicum de Roma. Recordemos la lápida de entrada al edificio del mismo, en la que se lee que santo Tomás tiene allí su casa. Pues bien; a los moradores de la casa de santo Tomás en Roma, maestros y discípulos, Pío X II, en el discurso que les dirige el 14 de enero de 1958, recuerda con una auto­ rizada tradición que san Buenaventura estuvo ligado a santo Tomás «suavis amicitiae necessitudine». Ello le da pie para decir a la docta concurrencia que desea añadir a la meditación y propósitos de la mis­ ma estas espléndidas palabras del Itinerarium mentís in Deum de san Buenaventura: «(Nemo) credat quod sibi sufficiat lectio sine unctione, speculatio sine devotione, investigatio sine admiratione, circumspectio sine exultatione, industria sine pietate, scientia sine charitate, intelli- gentia sine humilitate, studium absque divina gratia, speculum absque sapientia divinitus inspirata» 25. Estas palabras fueron drigidas al alto estamento del intelectualismo tomista. Pensamos que con ellas Pío X II refrendaba el momento de feliz síntesis entre concepto y vida, logrado por san Buenaventura en la memorable obra citada. El equilibrio logrado por san Buenaventura en este mediodía del espíritu cristiano es parco de contenido y dura muy poco como todo mediodía. Lo rompe la grandiosa obra de santo Tomás. Veneramos esta obra. Pero no podemos menos de reconocer en ella un declive hacia el Aristóteles de la primera sentencia de la metafísica. Porque todo hombre desea saber, Aristóteles hizo ciencia pura, teórica, que se aplicará o no se aplicará a la vida. Por su parte, santo Tomás recoge con máximo entusiasmo esta sentencia, como lo prueba la reflexión que 25. Acta Apostolicae Sedis, a. L, series II, 25 (1958) 153.

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