PS_NyG_1986v033n002p0227_0252

Dios como «vivencia» y como «concepto» en M. de Unamuno* Cuantos ahora me oyen saben que toda obra que se compone no es nunca una meta sino, más bien, una estación a que se ha llegado para iniciar una nueva andadura mental. Es esto lo que a mí me ha ocurrido al terminar mi ensayo: Unamuno y H io sl. Mis reflexiones durante la gestación del mismo me han puesto muy al ojo uno de los grandes temas de fricción que hemos querido resolver en este siglo sin conseguirlo. Me refiero a la hiriente problemática que se cobija bajo lo que hemos convenido en llamar filosofía de la vida —Lebens- philosopbie, si utilizamos un término ya de uso internacional— . Se ha enfrentado en nuestros días la filosofía de la vida contra la filosofía del concepto, que dominó durante siglos el pensar de Occidente. M. de Unamuno se sintió totalmente inserto en esta temática, que nace a fines del siglo X IX , como reacción al frío pensar del idealismo y del positivismo. Lo peculiar de la aportación de éste consiste en que la percibió de modo muy prematuro. Y esto, no sólo respecto de España, sino también, de modo parcial, respecto de Europa. Recor­ demos que a uno de los que más van a influir en esta filosofía de la vida, S. Kierkegaard, Unamuno lo siente hermano en la pasión al iniciarse este siglo. Y estudia el danés para leerlo con mejor inteli- * Este estudio es la conferencia, con algunos reajustes, pronunciada en la Sociedad Española de Filosofía, en Madrid, 17 de abril de 1986., Ello ex­ plica el uso, relativamente frecuente, de la primera persona de singular, tan propia de reuniones, contra mi costumbre habitual, cada día más en­ raizada, de usar la primera persona de plural, pese al sabor mayestático que la ha rodeado y que en mi caso es únicamente signo de compañía y colaboración. El saber no lo hace el yo, lo hace el nosotros, peregrinos to­ dos del eterno saber. Este sentido de peregrinación quiero dar en mis es­ critos con el «nosotros». En esto me siento medieval cien por cien contra el prurito de decir algo nuevo y dejar nombre, tan en alza desde el Rena­ cimiento y tan nocivo para el saber. 1. E. R ivera de V entosa , Unamuno y Dios, Encuentro, Madrid 1985.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz