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EL PECADO ORIGINAL EN SU HISTORIA 145 de finales del siglo XIX y primera mitad del XX parece inaccesible al cambio, si no es en matices irrelevantes. Predomina en ellos la actitud cerradamente defensiva. Las propuestas del evolucionismo tan­ to antropológico como metafísico en general, así como la intención modernista de dinamizar y actualizar la enseñanza cristiana en su con­ junto, no eran miradas como señales de los tiempos, sino como «ata­ ques» de los racionalistas a la fortaleza de la ortodoxia. La historia del Po en lo que va de siglo (1900-1980) suscita ma­ yor interés para los lectores. Pero Kóster no pudo tratarla con la mere­ cida y deseada atención porque el numerus clausus de páginas que se le concedieron no podía ser traspasado. Esta forzada limitación se su­ plirá con un nuevo libro. De él hablaremos en el segundo apartado de nuestro comentario. 3. Para una valoración de conjunto Esta *historia del Po desde la Reforma hasta nuestros días9 está encuadrada dentro de la obra colectiva «Manual de Historia de los dogmas», que viene publicándose en Alemania desde hace varios dece­ nios. La seriedad científica, la amplia información de primera mano utilizada por Kóster se percibe todo a lo largo de la obra. Es muy rica la bibliografía, clasificada por sectores: la que precede a cada apartado y la que, en su momento, aparece a pie de página. La disposición del material reunido por capítulos y parágrafos favorece el buen orden y la claridad de la exposición. Sobre todo cuando ésta tenía que ser muy sucinta en cada tema abordado. El autor parece que se propuso ela­ borar una historia más bien descriptiva de la doctrina del Po a lo largo de estos últimos siglos. No entraba en su plan adentrarse en el estudio de las causas que motivaron ésta o la otra dirección en el desarrollo de las doctrinas. Excepto aquello que emerge de la exposición de los hechos, como en el caso de la Ilustración. Es normal que no se hagan juicios de valor. Se ponen delante los hechos con la mayor objetividad posible. La acumulación de datos es muy abundante, casi en cierto sentido sobrecargada. Sólo estudios monográficos podrían completarla, ya que una obra de índole general no podría admitir más sin resultar sobrecargada. Alguna indicación del autor merece peculiar atención de cara a las discusiones de la teología actual en torno al Po. Me refiero a la rela­ ción entre la doctrina sobre el Po y la teoría católica acerca del sobre­ natural. Ni san Agustín ni los pelagianos pudieron disponer de un con- 10

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