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142 ALEJANDRO VILLALMONTE los tiempos no estaban maduros para este paso decisivo en la antropo­ logía teológica. Bajo el impacto del optimismo renacentista la creencia en el pecado original palidecía en los siglos XIV y XV. Los protestantes reacciona­ ron hacia un agustinismo extremoso. La convicción de que el hombre es un ser corrompido por el Po es un presupuesto mental-vivencial sin el cual la correlativa doctrina sobre la justificación no tendría sentido. En efecto, parece claro que la doctrina protestante sobre la justificación —articulum stantis et cadentis Ecclesiae— no hubiera surgido sin la correlativa creencia en el Po como corrupción sustantiva, a nivel reli­ gioso —moral— , de la naturaleza humana tal como ésta fue creada por Dios en los 'prestigiosos y divinos orígenes’ de la humanidad. El concilio de Trento también encuadra su doctrina sobre la justificación en una perspectiva hamartiocéntrica y, nominalmente, en el hecho de la caída originaria de todos los hombres en situación de Po. Pero logra superar el pesimismo antropológico radical al afirmar que la naturaleza ha sido dañada por el Po (fórmula muy elástica) pero no corrompida por este acontecimiento. Desde entonces el Po se ha convertido en uno de los temas básicos de separación entre ambas confesiones cristianas. Y, si se acepta la tesis de varios teólogos católicos que quieren elimi­ nar la figura del Po, esta creencia quedaría como una tesis típicamente protestante. Si bien el protestantismo actual la formule en forma dife­ rente al protestantismo primero y clásico. En este contexto se valora mejor el hecho de que Kóster haya em­ pezado su historia del Po en la época moderna dedicando especial aten­ ción a la polémica protestante-católicos en este tema. La controversia, pues, sobre el Po, surgida entre ambos grupos cristianos, se centra en torno a estos apartados: 1) el tema del Po en los padres de la Refor­ ma: Lutero, Melanchton, Zuinglio, Calvino; 2) la reacción de los con­ troversistas católicos coetáneos quienes, además de defender la doctrina que ellos consideraban tradicional, la purifican, insisten con ahínco en defender la incorrupción radical de la naturaleza-libertad humana, la distinción entre el orden de la exigencia natural y el orden de la gra- tuidad divina; 3) los intentos de concordia e incluso de acercamiento de posiciones resultaron fallidos. Se podría discutir si la falta de con­ senso en la doctrina de la justificación provenía de las divergencias en torno al Po o bien las irreconciliables posturas sobre el Po provenían de que no había consenso sobre el tema la justificación; 4) por parte del protestantismo la nueva interpretación sobre el Po cristaliza en los

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