PS_NyG_1986v033n001p0139_0172

EL PECADO ORIGINAL EN SU HISTORIA 169 pecado en última instancia y en sustancia no avanzó nada sobre lo dicho por san Agustín en este punto. 5. Donde queda el fp eca d o origina l’ y su ' m isterio* Después de describir las controversias habidas durante el siglo XX, K óster parece llegar a la conclusión de que, si bien la discusión teo­ lógica en torno al Po ha de proseguir, por ahora al menos, no hay mo­ tivos para apartarse de la vieja, secular creencia cristiana. Sin embargo, es fuerte y sólida la opinión de los teólogos católicos que propugnan el abandono definitivo y radical de esta antigua creen­ cia. Pero no se trata de una postura negativa. Se piensa que un Cris­ tianismo sin p eca d o original, sin el contagio de esta creencia, será más concorde con la Palabra de Dios e internamente se verá enriquecido en momentos importantes. ¿Cuáles serían las motivaciones o fuerzas que provocaron esta cri­ sis por todos reconocida? El historiador de este dogma, J. Gross, termina su obra diciendo que «la ciencia moderna ha matado el pecado original». K óster no acepta la afirmación de que el Po haya sido rechazado por contrario a la razón (II, 248). Cierto, en esta forma masiva no se puede afirmar que la ciencia moderna haya matado la creencia en Po. Al menos en forma directa la ’ciencia moderna’ no tiene poder para declarar irra­ cional una creencia cristiana si ésta se encuentra sólidamente fundada en la Palabra de Dios. Lo que la llamada «ciencia moderna» —el evo­ lucionismo, el concepto dinámico del ser y del acontecer histórico y en el reino de la naturaleza y del espíritu— lo que sí han hecho es poner serias dificultades a las afirmaciones todas que iban implicadas en la teoría del Po. Bajo la presión de esta dificultad y de la nueva visión del mundo, del hombre y de la historia que ellas comportaban, los teólogos —exegetas y sistemáticos—* se vieron urgidos a reflexionar sobre lo s p rop ios prin cip ios de información, la Palabra de Dios. El resultado ha sido el siguiente, puesto en forma breve y aproximada: — El evolucionismo ha podido acosar la creencia cristiana, pero no podía derribarla, porque son saberes que se mueven en planos dis­ tintos. Ninguno puede elidir al otro sino es extrapolando las afirmacio­ nes válidas en su propio campo, pero no en el ajeno. — Más peligrosas eran las objeciones que venían de la filosofía especialmente si ésta estaba influenciada por un concepto cristiano de Dios, del hombre y sus relaciones mutuas. El concepto clásico del Po

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz