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162 ALEJANDRO VILLALMONTE desarrollo de la soteriología y antropología de la época, se juzgó indis pensable para mantener el dogma de la necesidad absoluta de la Gracia y la absoluta incapacidad del hombre para salvarse sin Cristo. 4. Epílogo-mirada retrospectiva (Nachwort-Rückblick) Con el fin de orientar un poco al lector dentro del maremagnum de opiniones elencadas en su estudio, Köster en el epílogo del libro I y en la mirada retrospectiva del II ofrece, en apretadas líneas, aquello que pudiera llamarse resultado final del camino recorrido. Estas líneas responderían a la pregunta sobre la situación actual de la doctrina del Po en la teología católica. En mi opinión la situación que diseña Kös ter está mirando hacia el pasado y no hacia el futuro. Por ello, en el fondo, me parece que no responde a la realidad, en forma satisfactoria. Veamos en qué sentido. Las observaciones que siguen se acogen a la constatación de Köster de que la discusión sobre el Po prosigue (y debe proseguir según Kös ter). Esta fue muy viva en el decenio 1960-1970, decisivo bajo este aspecto. Posteriormente parece que ha remitido, según habrá podido constatar quen haya seguido las publicaciones sobre el tema desde en tonces hasta hoy, comienzos de 1986. Pero en estos 25 últimos años los cambios han sido más radicales que en todos los 15 siglos anterio res de la historia del Po. Ahora, opina Köster —manteniendo fuertes elementos de tensión— , se ha llegado entre los teólogos católicos a un consenso en estas afirmaciones: «el hombre con sus males físicos y morales no corresponde al proyecto de Dios sobre él; así el hombre, ya al entrar en la existencia y antes de que él como individuo haya hecho algo, se encuentra en desgracia de su Creador; sólo Cristo le puede liberar de esta situación». La vaguedad y generalidad de estas frases es clara. El mismo autor da testimonio de ello cuando, a renglón seguido, comienza a señalar las discrepancias. Por eso, pienso que hablar aquí de un consenso ex preso es más bien un deseo, una volición, que una realidad demostra ble. Pero incluso ese vago y casi vaporoso consenso que propone Kös ter me parece que no sufre una crítica de fondo en cada una de sus partes.
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