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EL PECADO ORIGINAL EN SU HISTORIA 161 de Cristo Redentor. Sin embargo, y no obstante el favor que ha gozado durante siglos y que sigue gozando hoy mismo entre teólogos católicos, la argumentación me parece inconsistente. Sólo es válida, si se tiene una concepción hamartiocéntrica de la misión y obra salvadora de Cristo y si en la teología de la Gracia se prefiere la función medicinal de ésta sobre su función gratificante, elevante y creadora de nuevo ser. Igualmente, mirado el argumento desde la antropología teológica sub­ yacente, la razón de impotencia soteriológica del hombre —de todo hombre sin posible excepción— no hay que verla surgir de un acon­ tecimiento empírico-histórico, como es el hecho de que 'todos pecaron en Adán’. Hay una razón más de fondo y más radical: la incapacidad creatural del hombre para llegar, por sus solas fuerzas naturales, al fin sobrenatural: la participación en la vida divina. Como extensión de este argumento mencionaba san Agustín y toda la posterior teología occidental, la práctica de bautizar a los niños 'para remisión de los pecados’. Y ¿de qué otro pecado se le puede perdonar al niño sino el pecado original, argüía triunfante san Agustín? Por tanto, todo hijo de Adán tiene Po. La creencia en el Po estimuló y universalizó la práctica del bautismo infantil. Establecida ésta práctica ella servía para corroborar la creencia en el Po. En esta misma línea podemos mencionar el caso de la exención de María. Durante siglos la creencia en la universalidad del Po impidió llegar a la certeza sobre el privilegio mariano. Asegurado éste, los teólogos lo utilizan ya para argüir a favor del Po. ¿Qué sentido tendría decir que María, por sin­ gular privilegio de Dios, fue inmune del Po, si el Po no es un pecado en el que incurren todos los hombres? Hemos tenido oportunidad de manifestar puestra opinión sobre la inconsistencia de esta argumentación en cualquiera de las formas en que ha sido propuesta 13. No pretendemos que se acepte nuestra razón desde el primer momento. Pero sí queremos llamar la atención sobre los inconsistentes presupuestos y prejuicios sistemáticos y acrí- ticos desde los que se suela argumentar a favor de la tesis del Po. Sin convincente apoyo en la Escritura, desprotegida por el lado de la razón teológica, el texto de Trento a favor del Po es una 'autoridad’ que opera en solitario. Su afirmación del Po, aunque real, se produce en forma circunstancial, ocasional, subsidiaria: en cuanto que, dado el 13. Universalidad de la redención de Cristo y pecado original, en Estu­ dios Franciscanos 74 (1975) 25-38; El pecado original..., 515-532; Qué «enseña» Trento sobre el Po, 222ss. Y los arts. citados en la nota siguiente. 11

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