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EL PECADO ORIGINAL EN SU HISTORIA 155 Sería una postura demasiado radical y fuerte» (II 119, 226). A mi modo de ver, incluso dentro de la exposición de Köster, no estaría del todo justificado hablar de grupo minoritario, de excepción, radical. Entre los 14 autores 'seleccionados’ por Köster — suponemos como más representativos— son seis los que se deciden por dar la despedida al original. No es una minoría de excepción, sino bien nutrida, dentro de los convocados. Los otros ocho se dividen y subdividen en varias opiniones nada reconciliables. Y, a mi juicio, todas ellas inconciliables con la enseñanza tradicional expresada en la teología postridentina y neoescolástica. En este caso no debería contarse con la 'mayoría silen- ciosa\ Cuando se trata de una controversia científico-teológica el silen­ cio de los que no intervienen no debería contarse a favor de ninguno de los discutientes. De todas formas, Köster reconoce que la discusión prosigue. Y no vemos indicios de que Köster quiera quitar voz y voto a los que ahora y en el futuro se decidan por dar la 'despedida al Po \ Siempre que se haga con respeto a los valores cristianos irrenunciables y subyacentes a toda la discusión desde hace siglos. 4. Concepciones parateológicas del fpecado original’ La creencia en que un pecado o error —cometido en los comienzos de la humanidad— o al menos de la propia tribu, han provocado la situación de miseria en que nos movemos los humanos, está expresada en numerosos mitos e incluso concepciones religioso-filosóficas de la humanidad. Köster menciona algunas de estas representaciones que po­ demos calificar de modernas/actuales. No se alude a las viejas narra­ ciones más sofisticadas y elaboradas de la caída originaria propuesta por los representantes de la cultura clásica griega, o por los teorizantes gnósticos de diversas tendencias. Las que Köster enumera pueden con­ siderarse como concepciones radicalmente influenciadas por la doctrina cristiana, una especie de versión secularizada de dicha concepción cristiana. Para la visión 'económica social’ del marxismo la caída originaria de la humanidad sería ocasionada por la puesta en práctica de la pro­ piedad privada. El «pecado original» sería la alienación universal del hombre consiguiente a aquel 'pecado’ primero. Para los racistas euro­ peos del siglo XX el pecado original coincide con la mezcla de las razas. A consecuencia de la cual vendría una corrupción universal de la especie humana. La redención vendría por la recuperación de la pureza de la raza aria. Para los propugnadores de la «filosofía de la

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