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154 ALEJANDRO VILLALMONTE hombre por efecto del Po? A menos que se acepte una figura rigurosa­ mente agustiniana o luterana del Po; inaceptable para el creyente católico. Pero, ¿qué queda de «pecado original» en cuanto magnitud teo­ lógica (de signo negativo) específica y con rasgos propios? Puede valer como definición descriptiva del Po la que propone, resumiendo, Kös­ ter: «E l pecado original es un estado en el que antes de cualquier decisión personal se encuentra todo hombre (1), estado desgraciado (2), que afecta al hombre el entrar en la existencia y que sólo por la unión con Cristo puede superar (3), provocado por acción humana extraña (4) y que ante Dios adquiere el carácter de verdadera culpa» 6. 3. Representantes selectos en la controversia Con el fin de matizar mejor las posturas, tan varias, de la hodierna teología del Po, Köster optó por hacer una descripción breve, objetiva, sin entrar en valoraciones de las teorías de los teólogos que, según su información, son más representativos. Se han seleccionado represen­ tantes de diversas áreas lingüístico-culturales: alemanes, franceses, 'ro- manos\ Del área española se cita a D. Fernández y A. Villalmonte. Sin duda que el estudio más individualizado de estos autores matiza y perfecciona varias de las afirmaciones del apartado anterior. Fiel a su plan, Köster no emite juicios valorativos sobre cada autor citado. Tan sólo los somete al fuego cruzado de las mutuas críticas que ellos se hacen entre sí, al juicio que les merecen las teorías de sus colegas. Procedimiento aceptable, ya que el entrarse en una crítica personal de cada autor resultaría empeño para un nuevo libro. No obstante, la imparcialidad y la abstención de voto que quiere practicar, Köster se muestra más bien opuesto a las conclusiones a que han llegado el grupo de teólogos formado por P. Teilhard de Chardin, H. Haag, D. Fernández, K. Schmitz-Moormann, U. Baumann, A. Villal- monte, coincidentes todos en negar la existencia del Po, siquiera sea por diversos caminos. Caminos que es fácil demostrar son complemen­ tarios, convergentes, no dispares. Piensa Köster que la dirección mar­ cada por estos autores es una excepción entre los católicos (II 44, 161). 6. O. c., II, 151. Parece claro que no todos los teólogos estudiados por Köster aceptarían como exacta tal definición. Pero podría bastar como base para una ulterior discusión sobre el tema. Luego cada uno la ratificará, la reformulará e incluso la negará según su propio modo de ver el problema del Po en su conjunto.

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