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EL PECADO ORIGINAL EN SU HISTORIA 149 en referencia a la protología, los orígenes del hombre y del mundo del hombre. Como precursores de las nuevas corrientes reformistas en torno al Po señala Kóster varios teólogos protestantes de la primera mitad de este siglo. F. R. Tenannt (1866-1957) no encuentra en la Escritura base sólida para la enseñanza de las iglesias cristianas, sobre el Po. El verdadero precedente de la enseñanza agustiniana — luego genera­ lizada en Occidente— habría que buscarlo en el judaismo rabínico, vigente en los últimos tiempos del AT y en los primeros de la era cristiana. Cierto, el hombre moderno no puede negar la presencia del mal, del pecado en el mundo, su universalidad y radicalidad. Pero tiende a explicarlo desde una visión evolutiva y dinámica del mundo y de la historia: el pecado entra y sigue manteniéndose en la historia por acción conjunta de muchos — de todos— los hombres. Sólo dentro de la mentalidad tribal vigente en AT pudo surgir la convicción de que un solo individuo, el Adán genesíaco, hubiera sido el causante del mal y del pecado que está presente en la historia humana. No hay que con­ tar con una humanidad, un hombre caído; antes sobrenaturalmente (y menos naturalmente) privilegiado (el famoso fhomo lapsus’ de los teólogos). El hombre/humanidad es un ser que todavía no ha llegado a la finalidad para la que Dios lo creó. Ideas estas de gran novedad entre los teólogos de principios de siglo. Otro inglés, N. P. Williams (1883-1943) tampoco encuentra el Po en el Génesis. La idea nacería en la teología rabínica intertestamen­ taria y estaría presente, a nivel de presupuesto teológico-cultural en Pablo; sin que tampoco pueda decirse con propiedad que el Po sea enseñanza del NT. La teoría del Po se configura por obra de los Pa­ dres, especialmente de san Agustín. La corrobora el Tridentino, la extreman los protestantes. Williams piensa que no puede hablarse de un pecado hereditario: el Po; aunque sí de una innata fragilidad huma­ na moral que, bajo diversos y advenientes influjos externos, produce y reproduce constantemente esa situación pecadora de la humanidad histórica contemplada por el NT en ciertos pasajes. Williams alude a las fuerzas inhumanas/sobrenaturales que influirían en la aparición y permanencia de esta situación pecadora universal. Símbolos y personi­ ficación de ellas serían el diablo, el 'primer’ hombre Adán, la propia figura del pecado 'originar. En el espacio cultural de habla alemana son mencionados cuatro teólogos más representativos: P. Tillich (1886-1965); K. Barth (1886- 1968); E. Brunner (1889-1966); P. Althaus (1888-1966). Leída la

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