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SAN FRANCISCO Y LA BIBLIA 119 respecto del conocimiento que Francisco tuviera de la Sagrada Es­ critura 13. Las fluctuaciones son demasiado notables en las distintas ediciones, al tiempo que varían los criterios para identificar las citas, convirtiendo en tales meras referencias o posibles similitudes. Sirva como ejemplo lo siguiente: K. Esser en la nueva edición crí­ tica de los escritos de san Francisco ( Die Opuscula del Hl. Franziskus von Assisi, Grottaferrata 1976) aporta el siguiente elenco de referen­ cias: AT 153; NT 275. Elenco que dos años más tarde en su Opuscula Saneti Patris Francisci Assisiensis (Grottaferrata 1978) presenta ya algunas alteraciones, fruto de correcciones y adiciones, arrojando el siguiente balance: AT 156; NT 249. La obra San Francisco de Asís. Escritos, biografías y documentos de la época (Madrid 1978), presenta: AT 142; NT 260. W. Lampen, por su parte, en su artículo De textibus S. Scripturae allegatis in Opusculis S. P. N. Francisci, en Archivum Franciscanum Historicum XVII (1924) 443-445, descubría 126 del AT y 216 del NT. Con todo, un dato emerge claramente la supremacía delNT sobre el AT, y en éste el Salterio destaca sobre elresto. Respecto del NT, la cuestión sobre cual haya sido la obra mejor conocida por Francisco no es de tan fácil solución entre los estudiosos del tema. Un dato estadístico: Mt 75; Me 15; Le 58 ( + Act 2) = 60; Jn 42 ( + 1 Jn 5; Apoc 14) = 71; Corpus paulinum 37; Deuteropaulinas 12; Hb 3; St 7; 1 Pe 8 y 2 Pe 1. De esta primera lectura, Lampen concluye que la obra mejor cono­ cida por Francisco es el evangelio de Mateo. Si se prefiere una lectura por «familias», y no por obras aisladas, salta a la vista la relevancia de la «familia joannea»; que pasa a tener la primacía, si se tiene en cuenta la obra de Cesáreo de Espira en el revestimiento bíblico de la 1 Regla. Sometido a un análisis el texto de la «Regla no bulada» se obtiene el resultado siguiente: Mt 51; Me 13; Le 44; Jn 25. De éstos sólo aparecen en la 1 Regla y no en otros escritos: Mt 34; Me 10; Le 34; Jn 11. De lo que se deduce que en los demás «escritos» las referencias bíblicas quedan en la siguiente proporción: 13. Cf. Opuscula, 46.

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