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SAN FRANCISCO Y LA BIBLIA 117 reside tanto en conocer los textos cuanto en llegar a la Verdad uni- ficadora de la revelación. Magníficamente nos lo describe Celano: «Un compañero suyo, viéndole enfermo y aquejado de dolores, le dijo una vez: "Padre, las Escrituras han sido siempre para ti un amparo; te han proporcionado siempre alivio en los dolores. Haz que te lean algo de los profetas; tal vez tu espíritu exultará en el Señor”. Le res­ pondió el Santo: ...Estoy ya tan penetrado de las Escrituras... No necesito muchas cosas, hijo, sé a Cristo pobre y crucificado» (II Cl. 105). Texto valioso porque si de una parte nos permite acceder a la sín­ tesis bíblica de Francisco, Cristo pobre y crucificado (importante esta lectura cristológica comparada con 1 Cor 2, 2), por otra parte nos ofrece la impresión que su devoción a la Palabra de Dios dejó en sus seguidores. Todo ello explica la síntesis de Celano «ipsum semper inhabitasse Scripturas» (2 Cl 104). El P. Esser comenta al respecto «Franciscb había estado siempre en la Sagrada Escritura como en su casa..., había vivido en y de la Escritura, como un hombre está arraigado en su suelo patrio. La Sagrada Escritura era en cierto modo el espacio en el que Francisco vivía y encontraba a Dios en su Palabra» 12. Francisco no es un hombre de adjetivos, sustantiviza todo: no era un orante sino la oración (2 Cl 95); no es sólo un conocedor de las Escrituras sino su morador, vividor en y desde ellas. Por eso Francisco lee desde dentro, y por eso le preguntaban «no como a letrado, sino como a hombre que tiene el espíritu de Dios» (2 Cl 104; cf. DV n.° 12. 3, donde se aplica el principio hermenéutico fundamental: la Biblia ha de leerse de acuerdo con el Espíritu con que fue escrita, el de Dios). Estas dos puntualizaciones me han parecido oportunas para no per­ dernos en divagaciones estadísticas y literales, necesarias, pero que absolutizadas pueden hacer perder la justa perspectiva. 12. K. E sser , La palabra de Dios en S. Francisco , en Selecciones de Fran - ciscanismo 1979, 198.

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