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132 DOMINGO MONTERO visto para el Triduo sacro, fue extendido erróneamente a todo el oficio, mientras que con mucha mayor probabilidad podría calificarse en sus diversas partes como una añadidura al Oficio de la B. Virgen María para los cinco tiempos del año 28. Sin negar que el espíritu de Francisco se abriera a otros aspectos del misterio de Cristo en ese Oficio no cabe duda que la Pasión capi­ taliza y unifica sus sentimientos. La explicación puede encontrarse en que, para Francisco, Pasión es evocación no sólo de los misterios de la muerte de Cristo sino de «salvación y redención». Por otra parte, no es san Francisco el orante principal del Oficio, sino Jesucristo, siendo significativa al respecto la sustitución, en oca­ siones, de «Señor» por «Padre» (Sal 1, 5. 9; 3, 3; 4, 9; 5, 15) o la inserción de expresiones como «Padre santísimo» o «Padre santo» (Salmos 2, 11...). En el Oficio de la Pasión la voz peculiar de Francisco es la de ala­ banza y acción de gracias (Sal 7; 9; 10; 11; 15) por la obra de salva­ ción realizada en Cristo. Pudiendo individuarse aquí un elemento carac­ terístico, confirmado por otros testimonios. Finalmente, reseñar la importancia de este escrito como ejemplo de la oración del Santo, aunque no suponga una manifestación total­ mente singular y original. Alabanzas al Dios Altísimo Es este un documento perfectamente encuadrado. Fray León pre­ cisa las circunstancias remotas y próximas del mismo. «El bienaventu­ rado Francisco, dos años antes de su muerte, hizo en el monte Alver- nia una cuaresma en honor de la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, y del bienaventurado Miguel Arcángel. Y el Señor puso su mano sobre él. Después de la visión y de las palabras del serafín y de la impresión en su cuerpo de las llagas de Cristo compuso estas ala­ banzas... que escribió de su mano, dando gracias a Dios por el bene­ ficio que le había hecho». Son, pues, una doxología en la que Francisco da gracias a Dios Trino y Uno, rey del cielo y de la tierra, alabándole por sus atributos, distribuidos en forma litánica. El texto de estas Alabanzas no puede leerse íntegramente en el autógrafo, deteriorado; razón por la que los editores se apresuraron a recuperarlo en manuscritos posteriores. 28. Cf. Schmucki, a. c., 497.

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