PS_NyG_1986v033n001p0113_0137

126 DOMINGO MONTERO dad y contrito corazón; fortalecióse con la señal de la cruz, tomó el libro del altar, y lo abrió con reverencia y temor» (1 C1 92. 93). Merecía la pena citar, desglosando, este testimonio, en el que se nos muestra un ejemplo típico de cómo y desde qué presupuestos humanos y religiosos accedía Francisco al texto sagrado. Es por esto que, preguntado en cierta ocasión la opinión que le merecía el que los hermanos letrados se aplicasen al estudio de la Sa­ grada Escritura, respondió: «Me place, sí, pero a condición de que, a ejemplo de Cristo, de quien se dice que se dedicó más a la oración que a la lectura, no descuiden el ejercicio de la oración, ni se entre­ guen al estudio sólo para saber cómo han de hablar...» (LM 11, 1; cf. Carta a San Antonio y Adm 7.a). 4. "Reducción” cristológica Se ha escrito mucho, en un intento de precisar el núcleo de la ex­ periencia y el pensamiento religioso de Francisco, de si fue cristo- céntrico o teocéntrico-trinitario. Francisco no teoriza, es intuitivo y práctico. Se abisma en la liturgia de la Iglesia y en la escucha de la Palabra, descubriendo la singularidad del Hijo como camino para ir al Padre en el amor fortificante e iluminador del Espíritu. Son impor­ tantes las grandes síntesis trinitarias al respecto (Cta. O. 1; 1 Re 21, 1-2; Cta. O. 50-52; 1 Re 23, 1; Of. P. ant.; Sal VM. 2; 2 Cta. F. 3). En Cristo descubre el misterio de Dios en su dinamismo relacional, creador y salvador. El Hijo, en cuanto Palabra, es el gran y único exegeta de Dios. Y la Palabra se hizo carne en Jesucristo. Desde aquí Francisco es cristocéntrico; pero su itinerario termina en el misterio de Dios Trino. Porque la Palabra se hizo hombre en Cristo, éste pasa a ser el nú­ cleo y la síntesis, el intérprete y el contenido. Es «la Palabra del Pa­ dre» (2 Cta. F. 3-4), la «palabra abreviada» (2 Re 9, 4). Ambas expre­ siones evidencian, con matices peculiares, ese aspecto. La primera, de origen joanneo, pone de relieve que Jesús es la Palabra de Dios en acto. La segunda, que en su origen se remontaría a Is 10, 22 s. y Rom 9, 28, presenta una problemática mayor21. Ya los Padres hacían una doble lectura, la primera interpretaba «verbum breviatum» aplicado al misterio de la Encarnación (san Ci- 21. Cf. S erafín de A usejo , ...Con brevedad de sermón porque palabra abre- viada hizo el Señor sobre la tierra, en Miscellanea Melchor de Pobladura, vol. I, Roma 1964, 131-149.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz