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SAN FRANCISCO Y LA BIBLIA 123 2. Lectura íntegra e integrada Hemos visto cuantificadas, aproximadamente, las referencias bíbli­ cas en los escritos de san Francisco. Globalmente el balance es favo­ rable al Nuevo Testamento, con una matización: en los textos de ora­ ción la prevalencia «textual» es veterotestamentaria al tener como fuen­ te de referencia primordial el Salterio. Lo que aquí interesa ahora poner de relieve es el hecho de que, más allá de las cifras, Francisco hace una lectura íntegra de la Biblia, de ambos Testamentos. Hecho que adquiere todo su relieve si se recuerda que numerosas sectas cátaras rechazaban el AT, y veían en la creación la obra de un demiurgo, incapaz de eliminar el mal del mundo. Quizá esta lectura fue posible por su marcada conciencia y vivencia eclesial-litúrgica. Para Francisco la Escritura es una e inseparable. No es un teórico; por eso no existe una sistematización de su pensamiento al respecto, pero está su praxis hecha oración y exhortación, en la que se expresa la convicción profunda de la interrelación de ambos Testamentos, reco­ nociendo en el AT una función propedéutica y en el NT la plenitud de la revelación. Ambos se implican y explican. Todo el AT peregrina hacia la plenitud de la Palabra, Cristo, quien, a su vez, ilumina y des­ cifra el anterior lenguaje histórico de Dios (cf. Hbr 1, 1). Su hermenéutica del AT puede resumirse en los siguientes mo­ mentos: a) Citas más o menos extensas y literales Semejante proceder puede detactarse en el uso del Salterio en el Oficio de la Pasión, en la bendición de Num 6, 24, en sus Cartas (2 Cta. F. 15. 46. 47. 76; Cta. O. 20, 28...). b) Ligeras modificaciones textuales Así, en el Oficio de la Pasión, Sal 7, 11 amplía el texto (Sal 56, 12) en función de su pensamiento escatológico; en 9, 2: «Han sacri­ ficado a su amado Hijo»; en 7, 3; en 1, 5... fundamentalmente extraí­ das de la piedad litúrgica y devocional. c) Paráfrasis más amplias En algunas ocasiones presenta desarrollos más extensos del texto, ampliando su horizonte. Así en la Adm 5 al hablar de la excelencia de la creación del hombre cita Gn 1, 26 introduciendo «...el Señor

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