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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 103 la educación en la fe en la Iglesia carecería de uno de sus fundamentos. Por ello, «todos los creyentes deben colaborar activamente, en la medida de sus posibilidades, a que el educador tenga el rango social y el nivel económico que merece, junto con la debida estabilidad y seguridad en el ejercicio de su noble tarea»201. Aunque sea reiterado volver a decirlo, la actitud básica en el edu­ cador es el amor. La alocución que el día 6 de diciembre de 1966 dirigió el Papa a la Unión Católica Italiana de profesores de Enseñanza Media era una exhortación al amor. Esta exhortación podemos hacerla extensiva a todos los educadores cristianos en los distintos niveles educativos. Decía el Papa: «Amad vuestra profesión: Queremos decir, vivir con el conoci­ miento de su excelencia, de su importancia, de su riqueza interior... Vuestra elección es una misión, más que un oficio, tiene en su dignidad espiritual su mejor recompensa, y está dedicada de lleno a la misteriosa y sublime operación de la transfusión del saber, a la bús­ queda inicial de la verdad, de la comunicación incipiente, de la aper­ tura de almas jóvenes al arte del pensamiento, de la memoria, de la palabra, a la primera conquista del patrimonio cultural de la nación, al sentido religioso y al gozo de la fe. Vuestra profesión puede reivindicar por sí la nobleza y el crédito de un incomparable o indispensable servicio al hombre, a la sociedad y a la Iglesia. Amad la escuela ...Os exhortamos a amar la escuela en cuanto escuela por ser una institución como ninguna otra, juntamente con el hogar doméstico y la Iglesia de Dios... ...Es verdad que hoy todos enaltecen la escuela..., pero también es verdad que la escuela, en su concreta realidad, es objeto de críticas interminables, como si las necesidades que padece fueran culpas, y como si para obviar estas necesidades fuera buen remedio desconocer los méritos adquiridos, el desarrollo alcanzado, las previsiones prome­ tedoras de la escuela actual. 201. El laico católico, testigo de la fe en la escuela, 1.841, n. 74.

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