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98 LUDIVINA SASTRE ROMO 3) Tiene que realizar, también, el educador una síntesis entre fe, cultura y vida. Este punto ha quedado explicado con mayor profundi­ dad anteriormente. La tarea del maestro cristiano, como estamos viendo, es muy am­ plia y compleja. Tiene que ir encaminada a conseguir la finalidad pri­ mordial que constituye el núcleo básico de la educación cristiana. Esta finalidad se puede afirmar que es: «Posibilitar a otros hombres al descubrimiento del sentido último de la existencia y la realización personal de ese sentido en la historia concreta de cada uno, en cuanto que estas dos cosas (descubrir y realizar ese sentido último de la existencia) es posible a quienes se abren a Jesús de Nazaret en la fe y viven como El en el mundo. Ese "como El" anuncia los datos esenciales: vivir en incondicional obe­ diencia a Dios, identificado como Padre, y vivir en incondicional so­ lidaridad con el prójimo identificado como hermano» 182. Hay que ser realista y admitir que la función del educador cristiano tiene muchos obstáculos. Estos tienen su origen en la sociedad, en la escuela y en los mismos niños y jóvenes: «La crisis de identidad, la ausencia de fe en las estructuras sociales, la consiguiente inseguridad y falta de convicciones personales, el con­ tagio de la progresiva secularización, la pérdida de sentido de la auto­ ridad y del debido uso de la libertad no son más que algunas de las múltiples dificultades que los adolescentes y jóvenes de nuestro tiem­ po presentan al educador católico» Pero, no por ello hay que amilanarse: «Se afrontarán las dificultades con el sano optimismo y el denodado esfuerzo que reclaman de todos los creyentes, la esperanza cristiana y la participación en el misterio de la Cruz» M* Los ideales y objetivos del proyecto educativo que constituyen la vocación educadora cristiana pueden ser más fácilmente conseguidos en la escuela católica, puesto que su estructura educativa, ideario y todos los recursos humanos que componen la comunidad educativa, tienen un mismo sentir y un mismo pensar. La educación parte del cristerio evangélico cuyo eje es Jesús. 182. O . G o n z A le z d e C a r d e d a l, o . c ., 53-54. 183. El laico católico, testigo de la fe en la escuela. 1.831, n. 26. 184. Ibid.

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