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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 93 a) Educar para la libertad Objetivo fundamental de la educación es siempre ayudar al hom­ bre en el ejercicio responsable de la libertad. Esta es condición y base de la verdadera dignidad de la persona: «El hombre no es verdaderamente hombre más que en la medida en que, dueño de sus acciones y juez de la importancia de éstas, se ha­ ce él mismo autor de su progreso, según la naturaleza que le ha sido dada por su Creador, y de la cual asume libremente las posibilidades y las exigencias» 165. Educar para libertad es, pues, ayudar a los educandosa pasar de la instintividad a la lucidez; de la lucidez a la sinceridad; de la sin­ ceridad al dominio de sí mismos. Educar en la libertad supone una educación para el discernimiento, para la opción libre y el compromiso. Cuando el educando va creciendo en libertad, va consiguiendo su propia autonomía, es decir, va asumiendo los valores presentados por el educador, va haciéndolos suyos, lo cual le va a permitir regirse autonómicamente, desde su interior. El educador que ayuda al educando a que sea él mismo quien se determine por los valores propios de la naturaleza del hombre, le está ayudando a que vaya adquiriendo su propia independencia, lo que le va a permitir llegar a poseer todo lo que el progreso le ofrece sin dejarse poseer o dominar por él. La auténtica educación en la libertad es, al mismo tiempo, educa­ ción para la búsqueda sincera del bien y de la verdad. La plenitud del bien y de la verdad nos la ha dado Dios hecho hombre: Jesús, y aquél que vive según el criterio de su palabra encuentra la verdad que le hace libre: «Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis dis­ cípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» 166. b) Educar para la caridad fraterna Cristo nos enseña que el mejor uso de la libertad es la caridad que se realiza en la donación de sí mismo y en el servicio a los demás. El educador tiene que educar a sus alumnos en la caridad fraterna. 165. P ablo VI, Populorum progressio , 54, n . 34. 166. Jn 8, 32.

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