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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 91 gar, de manera comprensible y apropiada a su condición, el mensaje cristiano» 156. La formación permanente es costosa; supone esfuerzo, tiempo, mucha entrega. Muchos educadores desfallecen. Pero es totalmente necesaria: «Ningún educador que trabaje en la escuela puede eludir ese reto de nuestro tiempo y quedarse anclado en conocimientos, criterios y ac titudes superadas. Su renuncia a la formación permanente, en todo su campo humano, profesional y religioso lo colocaría al margen de ese mundo que es, precisamente, el que tiene que ir llevando hacia el Evangelio» 157. La transmisión de conocimientos es importante en la tarea del educador, pero su finalidad última debe tender a influir en la forma ción integral del educando. Todo educador cristiano debe considerar que realmente cumple con su cometido cuando «conscientemente, aun cuando sea en la clave teórica más pura de la más alta investigación colabora a que unos hombres en un lugar con creto respondan a la pregunta, qué es la verdad para mí, aquí, hoy, y se Ies ayude a abordar esa pregunta desde la que el destino de Je sús de Nazaret significa» 15S. «Una formación fundada únicamente sobre el saber concebido prime ramente en términos de adaptación técnica a las necesidades de la economía corre el riesgo de despreciar la verdadera naturaleza del hombre y de ignorar sus necesidades esenciales que hacen que "el hombre no viva solamente de pan"» *59. Muy importante es la transmisión teórica de los distintos conoci mientos, pero estos tienen que estar respaldados por el testimonio de la propia vida. La conducta del educador tiene que ser coherente con el mensaje que da a sus alumnos: «Ante el alumno en formación cobra un relieve especial la preemi nencia que la conducta tiene siempre sobre la palabra. Cuanto más viva el educador el modelo de hombre que presenta como ideal tanto más será éste creíble y asequible... Especialísima importancia alcanza aquí el testimonio de la fe del educador laico. En él podrá ver el alumno las actitudes y comportamientos cristianos que tantas veces 156. El laico católico, testigo de la feenla escuela, 1.840,n. 68. 157. Ib id., n. 70. 158. O. G onzález de C ardedal , o. c., 55. 159. Carta del Cardenal Villot, en nombre del Papa , a la Unihn Mundial de Profesores Católicos, en Ecclesia 1973, 1.091.
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