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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 89 des posibilidades de restaurar y animar cristianamente el orden tem­ poral: «Los seglares han de procurar, en la medida de sus fuerzas, sanear las estructuras y los ambientes del mundo, si en algún caso incitan al pecado, de modo que todo esto se conforme a las normas de la jus­ ticia y favorezca, más bien que impida, la práctica de las virtudes. Obrando así, impregnarán de sentido moral la cultura y el trabajo humano. De esta forma se prepara a la vez y mejor el campo del mun­ do para la siembra de la divina palabra, y se abren de par en par a la Iglesia las puertas por las que han de entrar en el mundo el men­ saje de la paz» 147. La misión evangelizadora de la Iglesia tiene que llegar a todos los lugares y estamentos de la vida humana. Muchas veces, sólo los laicos pueden hacerla realidad precisamente por su condición laical. Por eso, ellos «están llamados, particularmente, a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser la sal de la tierra, si no es a través de ellos» I48. Los laicos, debido a su peculiar forma de vida y a su presencia en todos los campos del entramado social, están capacitados para «contribuir dentro de la comunidad que es la Iglesia, a señalar con acierto cuáles son los signos de los tiempos que caracterizan la época histórica que vive actualmente el Pueblo de Dios» í49. Por lo tanto, deben aportar su trabajo, sus iniciativas, su persona, «para que todo el pueblo de Dios pueda distinguir con más precisión los valores evangélicos y los contravalores que esos signos encie­ rran» I5°. Expuestas las razones que fundamentan la necesidad del educador católico, tanto del religioso como del laico, estimamos conveniente señalar algunos de los presupuestos básicos, fundamentales de la figura del educador, presupuestos que son comunes para ambos, puesto que tanto el religioso como el laico buscan la educación cristiana de los niños y jóvenes. Al hablar del educador, nos referimos precisamente 147. LG 36. 148. LG 33. 149. El laico católico, testigo de la fe en la escuela, 1.829, n. 10. 150. Ibid.

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