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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 85 ¿Cómo tiene que ser el educador cristiano? ¿Quién es? ¿Cómo vive? ¿Cómo afirma su tarea? Antes de responder a estos interrogantes es necesario subrayar, có mo todos los cambios políticos, sociales y las distintas teorías pedagó gicas surgidas en estos últimos años, han oscurecido la tarea educativa, y en especial aquélla que naciendo del evangelio proporciona la trans misión de aquellos valores y conocimientos que son el origen del sen tido de la existencia. Nos preguntamos si en nuestra sociedad actual, donde el p od er, el ten er y el usar son los núcleos vitales de una gran mayoría de perso nas, pueden tener un lugar la educación cristiana y el maestro cristiano. Se puede afirmar que sí, que su acción y su presencia son totalmente necesarias. El maestro cristiano que vive en una sociedad con estas caracte rísticas, tiene que tomar como consigna de su misión educativa la afir mación con que empieza la Constitución Conciliar Gaudium et Spes: «Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad hu mana la que hya que renovar» 135. Es necesaria la acción educativa del maestro cristiano: éste, como Jesús, ha optado por el hombre como valor primario. Su tarea es difícil porque nunca ha sido silenciado tan radicalmente el hombre como hoy en la sociedad. Ser educador cristiano es «vivir en aquel generoso amor del prójimo que le acoge como sagra do, personal e irreductible; vivir para que "llegue a ser" él mis mo» 136. Por tanto el educador cristiano debe tener presente que «el desarrollo integral de la persona humana no se logra con la me ra transmisión de un saber. En la ordenación de las enseñanzas se debe pretender no sólo el cultivo de la inteligencia, sino el desarrollo integral de la persona. Un sistema educativo debe ayudar al hombre, sobre todo, a ser más hombre, más persona; no debe tender a hacerlo sólo capaz de producir más o de consumir más. Si queremos un mundo más hu mano, es necesaria una educación orientada a la formación de hom bres conscientes, responsables, libres, capaces de dialogar, dispuestos 135. GS 34. 136. O . G o n z á le z d e C a r d e d a l, o . c ., 45.
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