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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 75 No se concibe, de espaldas a la escuela, un diálogo serio entre la fe y la cultura. La escuela católica, al proponerse promover entre los alumnos la síntesis entre fe y cultura a través de la enseñanza, «parte de una concepción profunda del saber humano en cuanto tal, y no pretende en modo alguno desviar la enseñanza del objetivo que le corresponde en la educación escolar» 102. «En este contexto se cultivan todas las disciplinas con el debido res­ peto al método particular de cada una. Sería erróneo considerar es­ tas disciplinas como simples auxiliares de la fe o como medios utili- zables para fines apologéticos. Ellas permiten aprender técnicas, co­ nocimientos, métodos intelectuales, actitudes morales y sociales que capaciten al alumno para desarrollar su propia personalidad e inte­ grarse como miembro activo en la comunidad humana. Presentan, pues, no sólo un saber que adquirir, sino también valores que asimi­ lar y en particular verdades que descubrir» 103. «A luz de tal concepción global de la misión educativa... la enseñan­ za ofrece numerosas ocasiones para elevar al alumno a perspectivas de fe, pero aparte de tales circunstancias, el educador cristiano sabe descubrir la válida aportación con que las disciplinas escolares pue­ den contribuir al desarrollo de la personaldiad cristiana. La enseñan­ za puede formar el espíritu y el corazón del alumno y disponerlo a adherirse a Cristo de una manera personal y con toda la plenitud de una naturaleza humana enriquecida por la cultura» 104. La comunicación de la cultura que se imparta en la escuela para que sea verdaderamente educativa debe ser a la vez orgànica, crítica, valorativa, histórica , dinámica. La crisis de la cultura es radicalmente una crisis de valores y de modo especial de los valores morales; en último término de la concepción del hombre y de la orientación de la vida humana. Por eso la escuela ha de tener presente que «el patrimonio cultural de la humanidad comprende otros valores que están más allá del ámbito específico de lo verdadero. Cuando el maes­ tro cristiano ayuda al alumno a captar, apreciar y asimilar tales va­ lores, lo orienta progresivamente hacia las realidades eternas»105. «El papa Juan Pablo II ha advertido que la situación de la cultura actual, dominada por los métodos y por la forma de pensar propia de los métodos de las ciencias naturales y fuertemente influenciada por corrientes filosóficas que proclaman la validez exclusiva del prin­ cipio de verificación empírica, tiende a dejar en silencio la dimensión transcendente del hombre, y por eso, a omitir o negar la cuestión de 102. La Escuela Católica, 993, n. 38. 103. La Escuela Católica, 993-994, n. 39. 104. La Escuela Católica, 994, n. 40. 105. Ibid., n. 42.

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