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74 LUDIVINA SASTRE ROMO creación del plan de la Redención que llega hasta situaciones muy con­ cretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténti­ co crecimiento del hombre? Nos mismo lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar “que la obra de evangelización pueda y deba ol­ vidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acer­ ca del amor, hacia el prójimo que sufre o padece necesidad»". Por tanto, es necesario que exista una armonía entre evangelización y cultura. El medio más adecuado para conseguir esta armonía es el establecimiento de un diálogo entre fe y cultura. Este diálogo actúa con el reconocimiento de los valores positivos que ambas poseen y con la aceptación de un intercambio mutuo de esos valores. Según el Concilio Vaticano II, la fe brinda a la cultura una contri­ bución de gran valor: «El misterio de la fe cristiana ofrece a los cristianos valiosos estímu­ los y ayudas para cumplir con más intensidad su misión, y, sobre to­ do, para descubrir el sentido pleno de esa actividad, que sitúa la cul­ tura en el puesto eminente que le corresponde en la entera vocación del hombre» io°. Y viceversa: Los padres Conciliares no «caen en la tentación de no reconocer los valores positivos de la cul­ tura contemporánea. Entre tales valores se cuentan: el estudio de las ciencias y la exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones cien­ tíficas, la necesidad de trabajar conjuntamente en equipos técnicos, el sentido de la solidaridad internacional, la conciencia cada vez más intensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y protec­ ción de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida más aceptables para todos, singularmente para los que padecen privación de responsabilidad o indigencia cultural. Todo lo cual puede aportar alguna preparación para recibir el mensaje del Evangelio, la cual pue­ de ser informada con la caridad divina de Aquél que vino para salvar al mundo» 101. 99. P ablo VI, o. c., 32, n. 31. 100. GS 57. 101. Ibicl.

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