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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 71 creyente que entraña consecuencias inauditas a nivel estrictamente personal» 86. Tiene también una dimensión comunitaria'. «La aspiración a la unidad del género humano, el sueño de poder su­ primir las fronteras, no es pura utopía. Constituye una realidad go­ zosa de la Iglesia que funde en comunión a todos los creyentes en Cristo»87. «La promoción de la unidad concuerda con la misión íntima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento o señal e instru­ mento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano"»88. Presenta por último un incoercible dinamismo : «La fe provoca en el creyente un impulso vigoroso, sometiéndole a un ritmo continuo de crecimiento hacia la estatuta perfecta de los hijos de Dios» 89. Luego, «nada más lógico que la fe, por su condición de acto humano, respon­ de literalmente a los postulados actuales de signo antropológico... Por otra parte, resulta ilusorio cualquier plan de formación del cre­ yente, si se hace caso omiso de esa terna de exigencias enraizadas en la naturaleza humana; — viceversa, que no es posible injertar la vida divina, si se prescinde de un tronco vivo, de una persona humana en grado de recibir con madurez {"escuchar”) y reaccionar con libertad (" responder ”)»90. Es necesario hacer una última observación al tratar de la fe por la relación que existe entre comunidad y dinamismo: «Por su misma naturaleza, la fe impulsa al creyente a transm itir a otros el don recibido... El creyente ha de alargar con una mano lo que tiene recibido con la otra. De lo contrario, la parálisis es fatal; y como consecuencia la muerte»91. 86. Ibid. 87. Ibid. 88. GS 42; Cfr. LG 1. 89. A. M.a J a v ie r r e , o . c ., 11. 90. Ibid., 12. 91. Ibid.

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