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62 LUDIVINA SASTRE ROMO más depurada, y al enfoque antropológico, característico de la cultura de nuestra época: «La escuela católica busca, no en menor grado que las demás escue las, los fines culturales y la formación humana de la juventud. Su nota distintiva es crear un ambiente de la comunidad escolar anima do por el espíritu evangélico de libertad y de caridad, ayudar a los adolescentes para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bau tismo, y ordenar últimamente toda la cultura humana según el men saje de la salvación, de suerte que quede iluminado por la fe el co nocimiento que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida y del hombre. Así, pues, la escuela católica, a la par que se abre co mo conviene a las condiciones del progreso actual educa a sus alum nos para conseguir eficazmente el bien de la ciudad terrestre y los prepara para servir a la difusión del Reino de Dios»66. La escuela católica así renovada, que nos delinea el Concilio Vati cano I I , presenta como nota distintiva el espíritu evangélico (el evan gelio es el primer criterio al que se hubo de ajustar la voluntad reno vadora de los Padres). El enfoque antropológico queda también patente en esta triple observación: «La escuela católica presenta un carácter exquisitamente personal, re sultante de la estructura de la fe y de la naturaleza de la institución escolar. No se ciñe, por tanto, a la pura transmisión de nociones de tipo cultural o a la ilustración de algunas verdades del depósito de la fe. No. La misión de la escuela es mucho más amplia. Tiende a educar a sus alumnos de forma integral. Y la educación rebasa infinitamente la tarea de la pura enseñanza. No se circunscribe al sector intelec tual: transciende a toda la vida y actividad humana»67. 2 .a La escuela católica cuida con atención la dimensión comunitaria: «La dimensión comunitaria de la escuela católica viene, pues, exigida no sólo por la naturaleza del hombre y la del proceso educativo, co mo ocurre en las demás escuelas, sino por la naturaleza misma de la fe. Consciente de sus limitaciones para responder a los compromisos que se derivan de su propio proyecto educativo, la escuela católica sabe que ella constituye una comunidad que debe alimentarse y con frontarse con las fuentes de las que se deriva la razón de su existen cia: la palabra salvífica de Cristo, tal como se expresa en la Sagrada Escritura» 68. 66. GE 8. 67. A. M.8 J a v ie r r e , o. c ., 28. 68. La Escuela Católica, 995, n. 54.
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