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54 LUDIYINA SASTRE ROMO de los maestros y la eficacia de los estudios, m irar por la salud de los alumnos y promover, en general, toda la obra escolar, teniendo en cuenta el principio de la obligación subsidiaria y excluyendo, por tanto, cualquier monopolio de las escuelas, que se opone a los de­ rechos natos de la persona humana, al progreso y a la divulgación de la cultura, a la convivencia pacífica de los ciudadanos y al plura­ lismo que hoy predomina en muchísimas sociedades»41. La educación escolar para los hijos debe ser elegida por los padres. La escuela a la que envíen a sus hijos será aquélla que ellos crean más conveniente y adecuada, de acuerdo con sus convicciones y creencias. El Estado debe procurar que la familia no encuentre impedimentos en esa elección: «Es preciso que los padres, cuya primera e intransferible obligación y derecho es el de educar a sus hijos, tengan absoluta libertad en la elección de la escuela. El poder público, a quien pertenece proteger y defender las libertades de los ciudadanos, atendiendo a la justicia distributiva, debe procurar distribuir las ayudas públicas de forma que los padres puedan escoger con libertad absoluta, según su propia conciencia, las escuelas para sus hijos»42. La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española en su Declaración sobre la Enseñanza, del día 24 de septiembre de 1976, señala de forma precisa y clara la obligación que tiene el Estado de proteger el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos: «Son los padres quienes tienen derecho preferente, respecto a otros educadores e instituciones, pada elegir el tipo de educación que de­ sean para sus hijos. En este sentido, el Estado está obligado a con­ seguir que el tipo de educación que se imparta en los centros esco­ lares respete los derechos de los alumnos y de los padres de fami­ lia, sobre todo en lo que se refiere al sentido de la vida humana y a los valores religiosos y morales. De lo contrario, sería aceptar posicio­ nes radicalmente totalitarias que, de manera aparentemente neutral y suave, manipulan y desorientan las conciencias»43. La tercera sociedad a la cual compete también la educación es la Iglesia. Esta sociedad es de orden sobrenatural. «La tercera sociedad, en la cual nace el hombre, por medio del bau­ tismo, a la vida divina de la gracia es la Iglesia, sociedad de orden 42. GE 6. 43. Declaración sobre la Enseñanza, 11, n. 14.

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