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EL MAESTRO CRISTIANO A LA LUZ. 51 La familia puede y debe contribuir al desarrollo personal y social de sus hijos porque «la vida de la sociedad familiar es una realidad sin artificios que re coge los latidos del más pequeño organismo social, económico y tam bién cultural y religioso, y brinda por ello la mejor conyuntura para el desarrollo de sus sentimientos caritativos y de conceptos, intereses y virtudes sociales y económicas»34. Los padres, por tanto, son los primeros educadores de sus hijos en los valores esenciales de la vida humana: «Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas, de la ac ción educativa, los padres deben formar a los hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana. Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero, convencidos de que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. ...Los hijos deben enriquecerse no sólo con el sentido de la verda dera justicia, que lleva al respecto de la dignidad personal de cada uno, sino también, y más aun, del sentido verdadero del amor, como solicitud sincera y servicio desinteresado hacia los demás...»35. El Papa Juan Pablo II, preocupado por la falsa interpretación que actualmente se concede a la sexualidad, indica a los padres su justo valor, y los exhorta a que ofrezcan a sus hijos una educación sexual clara y delicada: «Ante una cultura que "banaliza” en gran parte la sexualidad huma na, porque la interpreta y la vive de forma reductiva, relacionándola únicamente con el cuerpo y el placer egoísta, el servicio educativo de los padres debe basarse sobre una cultura sexual que sea verdadera y plenamente personal. En efecto, la sexualidad es una riqueza de toda la persona —cuerpo, sentimiento y espíritu— y manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor. La educación sexual, derecho y deber fundamental de los padres, debe realizarse siempre bajo su dirección solícita, tanto en casa como en los centros educativos, elegidos y controlados porellos... Por los vínculos estrechos que hay entre la dimensión sexual de la persona y sus valores éticos, esta educación debe llevar a los hijos a conocer y estimar las normas morales como garantía necesaria y preciosa para un crecimiento personal y responsable en la sexualidad humana»36. 34. J. G ottler , Pedagogía Sistemática, Barcelona 1967, 184. 35. J uan P ablo II, o. c., 38, n. 37; Cfr. GE 35. 36. J uan P ablo II, o. c., 37, n. 37.
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